Capitulo 8

546 36 50
                                    

Al día siguiente Mario decidió levantarse temprano y bajar a desayunar, para después dirigirse al gimnasio. Iba vestido con una pantaloneta azul oscuro y una camisa roja sin mangas. A los pocos minutos de haber empezado, Daisy llegó al gimnasio también, sorprendiendose de ver allí a Mario. Ella iba vestida con la misma pantaloneta y top del día anterior.

Daisy : Así que decidiste madrugar ¿eh?

Mario : Creo que aprovecho más el día si no me levanto tan tarde.

Daisy : Sí, es verdad. Y ¿vas a ayudarme hoy también?

Mario : Creí que no era una opción.

Daisy : Bueno, ayer me divertí un poco y aprendí un par de cosas, así que te dare el beneficio de elgir como una pequeña recompensa.

Mario : Pues que generosa es usted princesa. Y la verdad, yo también me divertí mucho ayer, así que con gusto pateare tu trasero de nuevo.

Daisy (le da un amistoso empujón) : Eso fue porque quise ser buena onda contigo. Habria lastimado tu orgullo si te hubiera ganado.

Mario : Pues debes ser muy generosa, porque no era necesario perder por un margen taaaan grande.

Daisy le sacó a Mario el dedo de enmedio y dio media vuelta para dirigirse a hacer sus calentamientos. Mario no pudo evitar reír al ver su reacción, así como tampoco pudo evitar verle el trasero mientras caminaba. Daisy sabía lo que Mario estaba haciendo, por lo que lo primero que hizo fue inclinarse, formando un triángulo con su cuerpo. Mario desvió la mirada pretendiendo que no habia visto nada, y Daisy sonrio dentro de si.

El resto del día pasó con normalidad hasta la tarde. Mario pasó toda la mañana pendiente del teléfono que le habia dado Lana, pero este jamás sonó. Así que luego de darse una ducha y cambiarse, fue a sentarse al sillón junto a Daisy a ver televisión. Él iba vestido con una camisa negra y un pantalón azul, y ella un pantalón azul y una blusa naranja con una margarita estampada en la misma.

Mario : Y ¿que vas a ver?

Daisy : La verdad ... no sé.

Mario : Pues ya encontraras algo ... espero.

Daisy : Oye Mario ¿puedo preguntarte algo?

Mario : Claro.

Daisy : ¿Yo te agrado?

Mario : Pues ... sí. Digo, cuando no eres un dolor de cabeza o te comportas como el general de un ejército.

Daisy : Ya veo.

Mario (la mira) : ¿Porque la pregunta?

Daisy (suspira) : Por nada.

La princesa del reino árido se levantó y caminó hacia la cocina, dejando a un confundido Mario en la sala.

Recuerdo de Daisy:

La princesa tenía unos 13 años, y se encontraba en su casa. Tenía tierra en el rostro y los brazos, su falda naranja estaba rasgada, sus calcetas llenas de tierra, esta despeinada y su camisa blanca parecía la piel de un dalmata. Sus padres la veian muy molestos.

Papá : ¿¡Puedo saber que estaba pasando por tu cabeza jovencita!?

Mamá : ¡Lo que hiciste fue horrible, para nada digno de una princesa!

Daisy (seria) : Eran más que él, le estaban dando una paliza muy fea, yo ... yo solo quise ayudar.

Papá : ¡Pues no debiste! Tu deber como doncella es observar, y el del príncipe es pelear.

Todos bajo el mismo techo (Marioxharem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora