𝗍𝗎 𝗒 𝗍𝗎 𝗈𝖻𝗌𝖾𝗌𝗂𝗈𝗇

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David

— Y me llamaron a mi po — dijo entre risas mi tia — y yo le digo disculpe pero ella no es mi hija y corte— se rio mas fuerte.

Estoy en la casa de mi tia, y me esta contando como la llamaron a ella para que valla al colegio por el tema de la Trini.

— Y más encima parece que perdio la pelea porque cuando vino ayer a buscar sus cosas para irse con su mama estaba toda moreteada — se seguía riendo.

La Trini pasa una semana con su mamá y otra con su papá. En las semanas que le toca con su mamá yo me la paso metido aquí con mi tia.

— Tuve que llevarme a la que le estaba pegando— me acorde de lo enojada que estaba la Bárbara, se parecía a Furia de intensamente.

— Si ni una mosca sabe matar po — se puso su guante de cocina y reviso el horno — esta lista la masa — tomo el molde y lo dejo en la mesa— supongo que no te comiste la crema.

— No — dije con la boca llena de crema.

— Tráeme las frambuesas del refri mejor — sonrió y meneo la cabeza.

Me baje del banco y fui hasta el refrigerador, cruce la mitad de la cocina. Esta casa es igual o más grande que la de la Martina, mi tia me vive invitando porque según ella se siente sola.

Abro una puerta del refrigerador y saco el pote de frambuesas, vuelvo y le dejo el pote sobre la mesa.

— Otravez — dice mi tia molesta mirándome el labio.

— No es nada — le quito importancia y saco las frambuesas del pote para ponerlas encima de la crema que ya estaba en la masa.

— Te he dicho que te vengas para acá— me tomo la mano al otro lado de la mesa — a ver.

Ella rodeo la mesa y quedo enfrente mío. Yo me pare y levante mi polera con cuidado, los moretones que tenia en mis costillas ya estaban amarillentos.

Mi tia se llevo la mano a la boca y sus ojos se cristalizaron. Tomo mi mano para bajarme la polera y me abrazo.

— Hijo porfavor, no vuelvas a esa casa — decía entre sollozos.

— No puedo dejar a mi mamá sola. — trate de aguantar las lágrimas.

— Ese weon solo la tiene contigo — se separo de mi y se limpió las lágrimas.

— Pero en cuanto deje esa casa la va agarrar con mi mamá — dije seguro.

— Las puertas de esta casa siempre van a estar abiertas para ambos, y es algo que siempre se lo digo a tu mamá — trato de sonreír.

— Gracias tia — la abracé.

— De nada mi bizcochito.

Mi tia y su obsesión con las masas.

{...}

Cada vez que voy a entrar a mi casa siento dos cosas, o es como entrar a mismo infierno o entras a una casa donde se aparenta la familia feliz.

La noche estaba oscura y helada, la calle ya están vacías debido a la hora.
Me paro de la vereda y tiro el cigarro, llego a la puerta de mi casa.

Porfavor que no este.

Abro la puerta y pongo la mejor cara. Mi mamá levanta la mirada de la mesa y sonríe.

— Ya se fue a acostar— dice con alivio — ¿Estabas donde tu tia Clara?

— Si — me saque la mochila de los hombros y la abri para sacar el pedazo de kuchen — te mando esto — le pase el pote.

Sentimientos culiaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora