𝖿𝗂𝗇𝖺𝗅

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Bárbara

— Barbi despierta po — me movió para despertarme.

— Un rato más — me tape la cara con las sábanas.

— ¿Vas a hacer esperar a tu mejor amigo?

Me destapé rápidamente y me senté en la cama.

— Ángel — sonreí.

— Se me olvida que tienes el sueño pesado — paso su mano por su pelo y se sentó en la cama.

Mire a mi lado y la Alicia no estaba.

— ¿Y la Alicia? — le pregunté.

— Nose, ¿con el Isaac talvez? — levantó sus cejas — Pero no es de eso de lo que quiero hablar.

— ¿Entonces de que? — lo mire con duda.

Me pego un chape.

— La wea que dijiste po Bárbara Andrea — me miro enojado — Fue feo.

Lo que le dije al David.

— Si se, hoy le voy a pedir disculpas.

— Piensa bien tus palabras, porque últimamente andas bien impulsiva — se subió las mangas de su poleron.

— ¿Porque todos dicen que ando impulsiva? — reclame y me lleve las manos a la cara.

— Tus emociones andan a flor de piel, tu nunca fuiste de las personas que no pensara bien sus palabras — dijo — menos si se trataba del David.

— ¿Crees que me perdone? — me mordi la uña.

— Solo se que te ama con su vida— sonrió— tal vez siga dolido, que es muy entendible después del numerito que te mandaste pero se que en algún momento te perdonara.

— Lo amo tanto que me da miedo perderlo — dije triste.

— No lo vas a perder — me abrazo, pude sentir su perfume una vez más.

Lo abracé con fuerza y llore en su pecho.

— Porque no estas aquí — sollocé.

— Siempre voy a estar contigo, hasta cuando estes viejita y tus hijos te pregunte porque nunca te sacas esa cadena de corazón — tomo la cadenita en mi cuello y sonrió.

— Fue tu último regalo de cumpleaños — la abracé con más fuerza.

— No estábamos en buenos terminos — se rió—Incluso pensé que no me la ibas a recibir y me la tirarías por la cabeza.

— Lo pensé — ambos reímos.

Cerre los ojos y a lo lejos volvi a escuchar una voz.

— Barbi, despierta po — la voz de la Alicia se escuchaba claramente.

Fue un sueño.

Me senté y mire a la Alicia.

— ¿Porque esa cara? — me miro asustada.

— Soñe con el Ángel — dije.

— ¿Tu también? — sus ojos se cristalizaron y me abrazo.

— Fue tan lindo escuchar su voz — deje en su hombro.

— A mi puteo — reclamo y se separó de mi — No me acuerdo específicamente de que porque me puteo, pero nos pusimos a pelear — rió — También me dijo que cuide al rusio — sonrió triste.

— Oye, ¿y se te cambias de colegio y te vienes a vivir con nosotras? — propuse.

Desde chica he querido que la Alicia viva con nosotras, pero tampoco queríamos dejar a mi abuela sola. Esa señora dice que de su casa no se va.

Sentimientos culiaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora