𝖺𝗀𝗎𝗂𝗍𝖺 𝖽𝖾 𝗋𝗎𝖽𝖺

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Bárbara

¿Que si tengo a los mejores amigos del mundo?

Claro que si.

No se como pero el Ángel y el Isaac organizaron todo de una manera perfecta.

La tia del David no tuvo problema en que yo fuera con la Alicia, incluso ella también les aviso para que nos fueran a buscar al terminal.

— ¿Llevan todo? — pregunto mi mamá.

Ambas asentimos.

— No pille pan con palta — dijo triste el Isaac.

— ¿Pero trajiste mas comida, cierto? — lo miro asustada la Alicia.

— Obvio po — el Isaac puso una bolsa llena de comida en frente de nosotras — Tia, su encargo — saco una caja de chicles de su bolsillo y se la paso a mi mamá.

— Gracias mi niño — le agradeció mi señora madre.

— Traje sus limonadas — apareció el Ángel con las botellas de limonada en su mano — ¿A que hora sale el bus?

— A las doce y media — le respondió mi mamá.

Faltan como dos minutos.

— Creo que deberíamos subir — propuso la Alicia.

Abracé al Ángel — Gracias.

— De nada — se separó— cualquier cosa nos llaman.

Mire al Isaac con la Alicia que aún estaban abrazados.

— No mires a otros que me pongo celoso— le dijo.

— Te pasai altiro, si no somos nada — la Alicia le pego en el hombro.

— Pero igual me pongo celoso po — la abrazo por el cuello — son como esos celos de hermano.

— Solo que no son hermanos — los webeo el Ángel.

— Ya chao — le dijo incómoda la Alicia al Isaac.

Uyy, estos son de esos que son como almas gemelas, pero no en el tiempo correcto.

Talvez nunca lleguen a estar juntos, pero siempre van a estar para el otro.

Mi mamá me abrazo — Que tu prima no se ande peleando con todos porfavor — me pidió.

— Tratare de controlarla — me separe de ella.

— Yapooo — hablo la Alicia.

Me despedí del Isaac y nos subimos al bus.

Estoy mas nerviosa que la conchetumadre.

La Alicia se sento al lado de la ventana y cerro la cortina altiro, echo su asiento para atrás y saco toda la comida que había comprado el Isaac.

— ¿Te gusta? — me sente a su lado.

— Las galletas, si — me miro sonriente.

— Hazte la weona nomas.

— Solo me gusta pasar tiempo con el — soltó sin pensar — y con el Ángel — trato de arreglarla.

— Te das cuenta que ni siquiera dije su nombre.

— Ya weon, ya. Parece que me gusta el aweonao del Isaac — confesó.

— Yo sabia— celebre.

— Pero no quiero ningún weon en estos momentos, así que ni le digas — dijo — además que el culiao sigue enganchando de la otra cabra.

— Pa' mi que le hizo un amarre — me recoste y el bus empezó a andar.

Sentimientos culiaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora