Bárbara— Hable con el aweonao de tu papá — dijo mi mamá sentándose a mi lado en el sillón con su taza de té.
— ¿Y? — espere su respuesta.
— Mañana viernes se tiene que ir a tomar los exámenes— dijo — Pero le deje como condición a los dos que no se volvieran a aparecer así. Que ustedes van a decidir si quieren tener contacto con ellos o no.
Yo asentí con la cabeza y fije mi mirada en la tele. Con mi mamá hemos hablado super poco del tema está semana, solo lo justo y necesario.
Yo también he tratado de pensarlo lo menos posible, me sumergí demasiado en mis pensamientos cuando resien se fueron.
No volvería a derramar una lagrima por ellos.
{...}
Nos bajamos los cuatro de la camioneta del tio. La clínica se veía gigante, y lo era. Subimos en ascensor hasta el laboratorio donde nos citaron.
Nos sentamos los cuatro a esperar nuestro turno. En eso sale una enfermera, ella revisa atentamente su carpeta y habla.
— La señorita Bárbara Torres — la enfermera levanta su mira y yo me pare de mi asiento— pasa por aquí por favor — se hizo a un lado de la puerta para que yo pueda pasar.
Entre a un salita pequeña, la enfermera me pidió que me sentara y me arremangara la manga del poleron.
— Te vamos a tomar muestras de sangre y saliva — hablo la enfermera mientras sacaba una jeringa.
Me anudo una liga en el brazo, limpio la zona con alcohol.
Yo gire mi cabeza hacia otro lado para no mirar la aguja. Sentí un pequeño pinchazo en el brazo y devolví mi mirada hacia el.
—¿Tienes 16 verdad? — pregunto la enfermera.
— Sip — respondí con una levé sonrisa.
— Debe ser muy urgente el transplante como para que los dejen donar a ustedes.— dijo.
— ¿A que se refiere?
— Normalmente los donantes son mayores de 18 años — la enfermera me dedico una sonrisa y me saco la liga del brazo — Listo, ahora voy a buscar unos hisopos.
Miro mi brazo y ya no estaba ni la jeringa ni la aguja. Solo había un parche con una carita feliz.
La enfermera me vio bien la cara de weona, por que no sentí nada donde estábamos hablando.
Ella volvio con unos cotonitos, dejo una bolsa encima de la mesa y me pidio que abriera la boca. Guardo el cotonito con mi saliva en una bolsa, la sello y le puso mi nombre con un plumón.
— Estamos listas — dijo y se dio vuelta con una fuente con paletas, qué claramente yo no iba a desaprovechar. — Cuando salgas de dices al chico que entre.
Sali de la salita y le hice señas al Ángel para que entre, el se para con toda la paja del mundo y entro la salita.
— Mamita lindaa — le hablo a mi mamá— ¿Me das plata para unas galletas?
Ella solo menea la cabeza y busca en su cartera.
Veo el hermoso billete verde asomándose. Ella lo saca y me lo pasa.Le doy un beso en el cachete como agradecimiento y me dispongo a buscar una máquina expendedora.
Paso por varios pasillos, pero nada. Voy al ascensor y bajo al primer piso, las puertas de este se abren y al final del pasillo veo la máquina. Camino hasta ella, busco el numero de las galletas y las selecciono.
— Bárbara— me interrumpió una voz femenina.
Giro mi cabeza y me encuentro con la mamá del Ángel. Me giró nuevamente hacia a máquina, ignorándola.
Mis galletas caen, las saco del cajón y me voy.
— Bárbara, ¿porque no me hablas? — me volvió a hablar — ¿Aun sigues enojada?
Enserio se atrevió a preguntar esa wea.
— ¿Que porque sigo enojada?— me giro en mis talones — Será porque un día llegue del colegio y me encontré con un papel escrito por mi papá en mi cama que decia que me amaba mucho y que por favor lo perdonara. Será porque el Ángel toco mi puerta desesperado porque su mamá no estaba. Será porque fui a ver a la pieza de mis papás y ahí también había un papel solo que este tenia la argolla de matrimonio y la llave de la casa. Será porque fuimos corriendo a la casa del Ángel a ver si estaba la ropa de su mamá y no encontramos nada. Será por las noches en las que escuchaba llorar mi mamá desde mi pieza. Sera porque cinco años después ellos aparecieron con una niña en brazos pidiéndonos que la ayudemos.
Mis ojos estaban nublados, mi corazón estaba a mil por hora y respirar cada vez era más difícil.
— Perdón — se limito a hablar.
Apreté mis puños con fuerza, me di media vuelta y fui al ascensor.
No se como mis piernas tienen la fuerza para poder caminar.
El ascensor abre sus puertas, trato de mirar quien viene en el, pero las lágrimas y mi dificultad para respirar no me lo permitían.
Siento como unos brazos me rodean y su perfume masculino inunda mi nariz.
— Barbi respira— me dijo y me condujo adentro del ascensor.
— An... — la respiración se me cortaba.
— Mirame — tomo mi cara con sus manos — Yo estoy contigo y no te a dejar.
El Ángel me volvió a rodear con sus brazos.
No lloraba de pena, era toda esa rabia que tenia desde hace tantos años. Es rabia que me dio la fuerza para decirle todas sus weas a la cara, ojalá hubiera estado el que dice ser mi papá para decírselas a él también.
Mi respiración se fue normalizando poco a poco. Salimos del ascensor y nos sentamos en unos banquitos.
— ¿Mejor? — me pregunta el Ángel.
— Si, creo. — me limpió las pocas lágrimas que quedaban en mis cachetes — Me faltaron tantas weas que decirle.
— Deja de desgasterte con ellos — puso un mechón de pelo detrás de mi oreja — Desde hace mucho tiempo que no lo valen.
— Sino fuera una hambrienta culia no me hubiera pillado — abrí el paquete de galletas que estuvo en mi mano todo el tiempo.
Que se vallan a la chucha los dos, yo a ella la adoraba como una mamá y aun asi las cago de maneras monumentales.
Y mi papá, bueno es hombre que mas pude esperar.
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Sentimientos culiaos
Teen FictionLa Barbi esta flechada del Ángel, su mejor amigo. Él David lo sabe y la webea por eso. [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]