𝗉𝗈𝗋 𝗆𝗂𝗌 𝖼𝖺𝗅𝗓𝗈𝗇𝖾𝗌

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David

La ráfaga de viento golpea mi cuerpo en el columpio. Miro como el viento hace lo mismo con los árboles.

La extraño tanto.

Una lagrima cae por mi mejilla, no la limpio, solo la dejo caer.

— Hijo — escuche la voz de mi abuela a mis espaldas.

Ahora si me limpio las lágrimas y me doy vuelta para ver a mi abuela.

— Ven — estiro su mano.

Me pare del columpio y camine hasta ella. Como ella es bajita la abracé por los hombros.

Caminamos por todo el campo en silencio hasta que llegamos a una banca debajo de un árbol.

Esta semana he sentido tanta paz y tranquilidad, en mi cuerpo ya no quedan ni rastros de los golpes.

Mi mamá por otro lado está totalmente renovada, con mi abuela se la pasan cocinando o en los huertos.

— Tu mamá me contó de la chiquilla — habló.

De todo corazón esperaba una palabras de su parte, se que me harían muy bien.

— Ahora me gustaría escucharte hablar de ella— sonrió y me tomo la mano.

Suspire.

— Es una luz en la oscuridad, aunque me puteaba la mayoría de las veces sabia que ella nunca me dejaría solo — sonreí — aunque todo paso muy rápido, de verdad siento que... — me quede pensando.

— ¿La amas? — pregunto con curiosidad.

— ¿Como puedo saber si realmente la amo? — pregunte de vuelta.

— ¿A que te refieres hijo? —me miro confundida.

— ¿Que como se cuando estoy enamorado? — me mordí mi mejilla por dentro con nerviosismo.

Mi abuela me miro con ternura y peino mi pelo negro.

— Mi niño — sonrió — nadie tiene un instructivo para saber si esta enamorado o no. Al menos para mi el amor se demuestra en acciones y que tanto eres capaz de dar para que la relación realmente funcione. También es ver a esa persona y pensar eso es lo que quiero para mi, que el tiempo pase en un abrir y cerrar de ojos. Y que cada día sea un recuerdo nuevo.

— Abuela, estas describiendo lo mio con la Barbi — sonreí nostálgico.

— Entonces felicidades David, encontraste el amor — tomo mi cara y me dio un beso en la frente.

— Lastima que me di cuenta hasta ahora — me apoye en su hombro.

— Pero tan pesimista que te haz puesto niñito — me pego suavemente en la pierna — recuerda lo que te va a decir esta vieja.

Levante mi cabeza de su hombro para poder mirarla.

— Por mis calzones que si no encontramos la forma de que vuelvas a ver a tu enamorada, le robo el caballo al vecino y te llevo yo misma— prometio mi abuela.

La abracé.

— Gracias abuelita linda — le empece a dar besos en su cara.

— Buu todos ustedes son iguales— corrió su cara — igualito a tu mamá.

Sonreí ante lo que me dijo.

— Y no me las gracias, porque por lo menos asi se te quito un poco lo magdalena — me reto — andas como alma en pena cabrito — se paro de la banca, enojada.

— Y me va a dejar solo aqui — le reclame y me fui detrás de ella.

Caminamos devuelta a la casa, de lejos se sentía el olor a queque que estaba preparando mi mamá.

— Que bueno que volvieron— dijo mi mamá al vernos cruzar la puerta.

— Ya tengo el poto cuadrado de tanto esperarlos — escuche otra voz.

— Apareciste cabrito — lo reto mi abuela.

Era mi primo, Sebastian. El es hijo del hermano de mi papá, no tiene ningún parentesco con mi abuela pero ella lo quiero como un nieto más.

Camine hasta el para abrazarlo.

— Estay flaco weon — me dijo dándome palmadas en la espalda.

— Abuelita — escuche una voz femenina.

Me aleje del Seba y mire en dirección a la voz.

— Miren lo que trajo el viento — hablo con una sonrisa y se acercó a mi.

— Ana — dije al verla abrazarme.

De di un abrazo corto y me separe de ella.

— Tanto tiempo — arrugo su nariz.

Siempre hacia eso con su nariz, y yo siempre le decía que parecía un conejo culiao. Tenia mas corto el pelo, hasta los hombros, pero su cara seguía igual.

— ¿Cuando llegaron? — preguntó la Ana acercándose a mi mamá.

— Hace como una semana — dijo mi mamá sacando el queque del horno y la Ana cerro la puerta de este.

Yo me quede inmóvil, me sente en el sillón junto al Seba y me quede mirando el piso.

No esperaba verla, ni siquiera me había pasado su existencia por mi cabeza, como que la había borrado, es como si hubiera visto a un muerto.

De reojo vi como el Seba saco su celular del bolsillo y miro la hora, su fondo de pantalla me llamo la atención, era el con la Ana.

me gusta el Seba.

La frase de la Ana cuando le dije mis sentimientos y ella me respondió así llego a mi cabeza.

Están juntos.

Aunque no me sorprende.

Mi yo de marzo le hubiera dolido el wea, pero al de ahora le importa tres hectáreas de pico.

Solo pienso en la Barbarita.

— David — me hizo señas el Seba — te habías quedado pegado.

— Estaba en un viaje astral y tu lo interrumpiste — dije la misma frase que me dijo la Barbi cuando le devolví la pulsera después de su mechoneo con la Trini.

— Bueno, te invito a ti a todas tus chacras a caminar — se paro del sillón.

Me pare y me fui a la puerta.

— Ani — llame a la Ana — ¿vas? — pregunte.

No quería que se sintiera excluida, siempre habíamos sido los tres. Así que raro no iba a ser.

Ella nego con la cabeza y sonrió.

Salí nuevamente de la casa solo que ahora con él Seba.

Caminamos un buen rato hasta llegar a la misma banca donde habia estado con mi abuela hace un rato.

— Se sintió raro que no estuvieras — hablo mi primo.

— Te diría que me quedaría aquí, pero quiero puro volver — me sincere — No por el lugar, sino por la persona que esta ahí.

No se si esta esperándome.

Y dudo que lo este.

Pero se que esta ahí.

Y le prometí que volvería.

Sentimientos culiaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora