Capítulo 8

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Aquel sábado, la reportera del clima pronosticó un día maravilloso, así que Jodie se levantó con mucha energía y se puso un vestido veraniego

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Aquel sábado, la reportera del clima pronosticó un día maravilloso, así que Jodie se levantó con mucha energía y se puso un vestido veraniego. Desayunó en compañía de Salem y, cuando recogió su bolso del sillón, se percató de que la luz de los mensajes en su contestadora estaba parpadeando. Se acercó y activó el buzón del altavoz.

—Jodie, habla tu tía Kirsten. Tu padre nos comentó que ya sabías la verdad sobre... Bueno, tú sabes qué. Y sé que tal vez necesites apoyo. Quizá podríamos vernos para hablar y...

Detuvo el mensaje y se congeló.

«¡Ay, no! ¡Por favor, no! ¡Que papá no haya cometido ese error!», pensó.

Reunió todo su valor para cambiar el mensaje.

—Hola, Jodie. Soy tu prima Mabel. ¿Cómo estás? ¡Ay, no! ¡Lo siento, olvida mi pregunta!, debes estar muy mal. Mi mamá me dijo que el tío Neil llamó y...

Escuchó el siguiente mensaje:

—¡Jodie Gilian Sinclair Weaver! ¡Habla tu tía Esther! El irresponsable de tu padre ya me dijo lo que te pasó. Deberías venir; te prepararé galletas y podrías revisar el libro familiar de corazones rotos. Estoy segura de que te ayudará en esta etapa...

Y el siguiente:

—¡Jodie, por Dios! ¡Te enamoraste! ¡Llámame cuando escuches esto!

Y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente:

—Jodie, deberíamos salir a cenar. Tienes todo mi apoyo; déjame un mensaje y me contactaré contigo de inmediato.

—Jodie, no creas que vas a quedarte sola. Todo va a estar bien. ¿Ya leíste el libro de memorias? Podría acompañarte y...

—Jodie...

—Jodie...

—Jodie...

Detuvo los mensajes y volvió a respirar con normalidad. De pronto, se sintió agobiada y mareada. Por un segundo, pensó en llamar y exigirles una explicación a sus padres. Pero ¿a quién engañaba? Ya era muy tarde; nada solucionaría o detendría las llamadas. Cuando su familia se preocupaba, se preocupaba. Además, tarde o temprano se habrían enterado; una mujer Sinclair parecía poder oler otro corazón roto Sinclair a kilómetros de distancia.

Y, por si fuera poco, se había olvidado del libro familiar.

Jodie buscó su celular y marcó el número de su madre. Al tercer timbrazo, ella contestó.

—Hola, cariño —saludó.

—Mamá, necesito saber qué es «el libro de corazones rotos» —dijo sin rodeos.

Se produjo una breve pausa.

—Así que ya recibiste las llamadas...

—¡Un montón! —Jodie resopló sin gracia—. Creo que mi contestadora no podrá soportarlo.

Este corazón mío [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora