Capítulo 22

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Jodie se despertó despacio al sentir roces suaves en el rostro

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Jodie se despertó despacio al sentir roces suaves en el rostro. Abrió los ojos y se encontró con la mirada verde de Wes. Su sonrisa se agrandó. Él la miraba con tanta paz y ternura que le costó recordar lo que había sucedido en la madrugada.

Cuando las memorias la invadieron, el último rastro de somnolencia desapareció y estudió su rostro.

—Wes, ¿estás bien? ¿Te duele algo?

Tocó su piel; estaba fresca, sin fiebre ni sudor. Él tomó su mano en la suya y la apretó.

—Estoy bien.

Ella continuó escaneando su rostro y su cuerpo en busca de alguna señal que demostrara lo contrario. Cuando no encontró ninguna, sus miradas volvieron a encontrarse y el alivio la envolvió como una manta. La sensación de temor en su pecho se aflojó, dando paso a un sinfín de emociones que había intentado mantener dentro de una coraza que empezaba a agrietarse. Wes la apretó contra su pecho y la abrazó, al mismo tiempo que las lágrimas rodaban por sus mejillas. También se aferró a él y se reconfortó en la fortaleza de su cuerpo y en el latido firme y natural de su corazón.

—Lo siento, Jodie —susurró contra su cabello—. Lo siento tanto...

Jodie lloró de alivio y temor. Wes se mantuvo a su lado y acarició su espalda de arriba a abajo, murmurando palabras reconfortantes contra su piel. Poco a poco, se calmó y él secó las lágrimas de sus mejillas con delicadeza. Luego besó su frente y la apretó en un abrazo fuerte, como si fuera el último que pudiera darle.

—¿Qué sucedió? ¿Por qué reaccionaste así al tratamiento? ¿Tomaste más de la dosis que debías?

—No. Tomé 1 mg al mediodía y un 1 mg en la noche después de comer, pero la verdad es que ya no me estaba sintiendo bien. Quería llamarte y quería disculparme, y creo que todos mis pensamientos y lo que estaba sintiendo empeoraron los efectos del medicamento.

—Pudiste llamar y habría ido de inmediato —repuso ella y luego agregó, un poco alarmada—: ¡Dime que no condujiste tú mismo hacia acá!

—No, claro que no. Ni siquiera podía caminar en línea recta. Recuerdo que bajé a la recepción y, como estaba confundido, pregunté por ti y les dije que necesitaba verte. Los guardias me ayudaron a conseguir un taxi. Creo que también les di un susto.

Jodie meditó un segundo en toda la situación.

—Leí que las reacciones al medicamento pueden empeorar al inicio y cuando es la primera vez que lo tomas —comentó—. Quizá fue un poco fuerte para tu sistema.

El silencio de Wes tensó a Jodie y lo miró fijamente.

—No es la primera vez —confesó él.

Jodie frunció el ceño.

—¿Eso quiere decir que...?

—He sufrido de ansiedad antes —aclaró Wes—. Fue durante la secundaria, luego de la muerte de mi tío. Su pérdida me destruyó y, al mismo tiempo, mi papá me presionaba para competir; era obvio que tenía un futuro brillante y no quería que lo arruinara. El estrés hizo que desarrollara insomnio y fue la primera vez que consumí benzodiazepinas.

Este corazón mío [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora