Jodie entró en la casa para protegerse de la lluvia.
La estancia estaba en penumbras, apenas iluminada por la débil luz de un par de velas encendidas. Siguió a Wes con pasos cautelosos, intentando no resbalar con el agua que goteaba de su ropa empapada; ya era muy malo que estuviera mojando todo y no pudiera dejar de estremecerse por el frío, no quería agregar una caída repentina a su lista de mala fortuna.
—La electricidad se fue por la lluvia —explicó Wes—. Así que fui por una linterna. Hay un cuarto en el patio trasero donde mi tío solía guardar herramientas y las máquinas para jardinería.
Jodie observó cómo Wes sacaba una linterna de su bolsillo e iluminaba el pasillo. Ella avanzó a su lado hasta que entraron en un lugar que lucía como una sala. Había varios muebles, un televisor y una lámpara guindada del techo. El fuego en la chimenea estaba encendido.
—Puedes sentarte junto al fuego mientras busco algo de ropa seca —dijo y le ofreció una toalla.
Jodie la aceptó y envolvió su cuerpo alrededor de la tela suave y cálida.
—Gracias.
Wes hizo un ligero asentamiento y desapareció. Mientras tanto, ella obedeció y se acercó al fuego. Intentó secarse lo mejor posible y extendió sus dedos, pálidos y entumecidos, hacia las llamas; poco a poco, fue recuperando la sensibilidad en ellos y suspiró con satisfacción. También se distrajo unos segundos mirando a su alrededor. Aquel lugar era lindo, con una decoración rústica, pero hogareña. Era un sitio cálido y confortable.
Cuando Wes regresó, la llevó hasta un baño y le dio unas de prendas. Ella asintió y murmuró otro agradecimiento. Cuando se quedó sola, soltó el aliento y se apoyó contra la puerta.
Su amabilidad estaba desarmándola.
Además, el hecho de tenerlo tan cerca distraía sus pensamientos y hacía vibrar su cuerpo. Jodie se preguntaba qué debía hacer ahora. Si apenas podía sostener su mirada, ¿cómo iba a sacar el tema de la maldición y el resto de sus dudas? De repente, se sentía tímida, incómoda y avergonzada por todo lo que había provocado.
Dejó escapar un suspiro y se desvistió. Wes le había traído unos pantalones largos de pijama y una sudadera. Los pantalones eran un poco grandes, pero podía ajustarlos; la otra prenda le quedaba mejor y olía a él. Su corazón se aceleró, pero evitó pensar en eso. Al contrario, se cambió de ropa deprisa y se apresuró a regresar con Wes.
Él estaba en la cocina, de espaldas. Jodie atravesó la sala e hizo suficiente ruido para avisar su presencia y no sorprenderlo. Wes la miró sobre su hombro.
—¿Estás bien? —preguntó.
Jodie asintió y se sentó en una silla junto a un mesón alto de madera y mármol.
—Sí, estaba congelándome. —Le regaló una sonrisa tímida—. Gracias por ayudarme.
Wes no dijo nada y ella se aclaró la garganta, probando con otro tema:
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Este corazón mío [TERMINADA]
ChickLitJodie lleva sobre sus hombros el peso de una maldición de corazones rotos. ¿Qué sucederá cuando conozca a Wes, su alma gemela? ~⋆ ✦ ⋆~ Jodie Sinclair es una joven alegre y carismática, trabaja en una pequeña cafetería junto a la playa, tiene una fam...