Capítulo 29

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Para los corazones heridos, el rápido avance del tiempo es un engaño del dolor

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Para los corazones heridos, el rápido avance del tiempo es un engaño del dolor.

Jodie vio el graffiti pintado en la pared de un edificio y lo estudió con atención. Ella estaba de pie en la acera de enfrente, esperando el autobús para ir a la cafetería. No recordaba haber visto ese grafiti antes; era casi como si hubiera aparecido de repente para burlarse de ella.

Esbozó una débil sonrisa y siguió su camino.

«Todo está bien».

Llegó a la cafetería e inició sus actividades de forma cotidiana. Se puso su chaqueta de cocina, limpió su estación de trabajo, revisó el inventario de postres, preparó las bases de los dulces del día y empezó a hornear mientras susurraba una canción y su cuerpo zumbaba con alegría.

A pesar de todo, las miradas disimuladas se mantuvieron. Jimmy y su equipo, la señora Pryce, Ada y los demás... Podía sentir sus ojos turnándose sobre ella, como si estuvieran asegurándose de que todo estaba bien. Cuando los descubría, Jodie se detenía, levantaba el rostro y sonreía de vuelta, experimentando el mismo sentimiento de cuando era una niña y las mujeres de su familia acariciaban su cabello con melancolía.

Suspiró y continuó decorando el pastel frente a ella. Sin embargo, la manga pastelera se trabó y, cuando ejerció presión con sus dedos, la boquilla salió disparada y todo el contenido explotó en su cara, en el pastel y sobre el mesón.

—¿Todo bien? —preguntó Jimmy, acercándose.

Ella se rio en voz alta y asintió mientras se limpiaba la pasta dulce de la cara.

—Mi manga pastelera enloqueció.

Jimmy examinó su rostro y Jodie se encogió de hombros con una amplia sonrisa. Se dio la vuelta y limpió el desastre. Luego rehizo la decoración del pastel, pero se percató de que las nueces y las avellanas se habían terminado.

Abandonó la cocina y tomó rumbo hacia el supermercado. Al volver, no solo llevaba consigo las nueces y las avellanas, sino la ropa empapada. Ada abrió los ojos con sorpresa y agarró su brazo, arrastrando su cuerpo hacia el vestidor de mujeres.

—¿Qué te pasó? ¿Estás bien?

—Un auto me salpicó agua cuando salía del supermercado.

—¿De nuevo?

—Había muchos charcos por la lluvia de ayer en la noche —dijo tranquila mientras se cambiaba de ropa.

—¿Seguro estás bien? —insistió su amiga.

—¿Por qué no lo estaría?

Jodie la miró. Ada se mordió los labios unos segundos, antes de hablar:

—En los últimos días, has actuado extraña. A veces pareces ausente, como si no fueras tú.

—Claro que no —replicó Jodie—. Estoy bien.

Este corazón mío [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora