Amenaza de muerte

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La fiesta había terminado y la luna se alzaba con todo su esplendor haciendo que la noche luciera tranquila pero ajena a los problemas de cada uno de los habitantes.

Se removía de un lado a otro inquieto, su mente era invadida por imágenes que lo torturaban emocionalmente como psicológico, de su interior soltó un alarido de agonía pura haciéndolo despertar de golpe llevando sus manos a su pecho que le ardía con intensidad.

Al intentar respirar sintió un fuerte pinchazo en su pecho.

Las puertas se abrieron de golpe mostrando a su madre preocupada junto a cuatro guardias que corrieron a su auxilio.

Verónica: ¡Hijo! hijo tranquilo estoy aquí - Lo abrazo sobreprotectoramente liberando sus feromonas - Estoy aquí pequeño solo fue una pesadilla.

Acuno su cuerpo en busca de tranquilizarlo, en este caso sus feromonas no hacían efecto alguno.

Ruben: Mamá - Sollozo aferrándose a su brazo - Me duele... Me duele mucho.

En un intento de aliviar su dolor se posiciono en forma fetal.

Verónica: ¿Qué te duele? ¿Dónde es el dolor? - Pregunto preocupada.

Al ver que su hijo no cooperaba lo inspecciono, toco su frente y esta ardía en fiebre pero al posar su mano en el pecho se alarmo al sentirlo tan frio como el hielo.

Le ordeno a los guardias que le trajeran varias mantas, detuvo a la ultima doncella antes de que saliera con el resto de los guardias.

Verónica: Traer un te de espinos blancos ahora mismo - Asintió saliendo del cuarto.

Los otros guardias se retiraron para dar mas privacidad no sin antes revisar que todo estuviera en su lugar y entregarle las mantas que había ordenado, incluso para hacer un pequeño nido para que los omegas estuvieran mas cómodos.

Agradeció a los guardias mientras masajeaba la espalda con delicadeza tratando de calmarlo pero su hijo solo lloraba haciéndose mas bolita.

Susurraba una oración a la Diosa Menguante suplicando que le quitara aquel dolor a su cachorro.

La puerta nuevamente fue abierta, gruño a la defensiva pero al ver a la doncella con una bandeja se relajo. 

Doncella: Mi señora aquí le traigo lo encargado - Dejo la bandeja a un lado suyo sirviendo el te.

Acomodo su cuerpo teniendo cuidado de no pasar a llevar al contrario quien aun gimoteaba en busca de alivio y de calor.

Verónica: Gracias - Tomo la taza con cuidado de no caer ninguna gota encima de su hijo - Puede retirarse.

Asintió cumpliendo la orden.

Los dos se acomodaron mejor quedando recostados, el joven tomaba de a poco la yerba soltando uno que otro gimoteo mientras su madre tarareaba una canción lo cual lograba calmarlo.

Verónica: ¿Ya estas mejor? - El menor asintió dejando aun lado la taza acostándose cerca del vientre de su madre - Cariño ¿Quieres contarme lo que paso? 

Negó haciéndose bolita.

Tomo una de las mantas y con ella cubrió el cuerpo de su hijo.

La mujer siguió tarareando mientras acariciaba su cabeza, aun mantenía aquel sabor amargo en su boca con la preocupación de que su pequeño realmente le ocurría algo malo.

Prefirió quedarse a su lado toda la noche si era necesario.

Las puertas se abrieron mostrando a su esposo que al verlos se acerco de inmediato quedando de rodillas a la cama.

¿Quieres ser mi alfa?  #PremiosKarmaland2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora