Soulmate.

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En la mansión Potter todo parecía ir con normalidad, los pequeños (de 6 y 7 años respectivamente) jugaban al ajedrez mágico, Euphemia tomaba té y Fleamont leía el profeta.
Así que si, todo marchaba como cualquier otro día, o eso parecía hasta que un jadeo seguido de un grito interrumpió la tranquilidad que había gobernado el lugar para dar paso a la preocupación.

— ¡Mamá! !¿Qué es esto?! — Harry se levantó de su lugar alterado, alejando su brazo lo más posible de él, casi intentado arrancárselo mientras daba pequeños saltos en su desesperación.

— ¿Harry? ¿Qué pasa? — Euphemia se acercó rápidamente al más pequeño, preocupada porque se haya herido de alguna manera. Pero este no responde, mirando su brazo con los ojos muy abiertos en confusión y pánico.

"Siempre puro" Se alcanzaba a leer en el brazo de su hijo menor, con letras un poco disparejas, sin embargo parecían ser hechas con esfuerzo, lo cual hizo suspirar a la mujer de la familia antes de sonreír enormemente.

Al parecer ya era hora.

— Es hora de tener una especie de charla — Miró a Fleamont al terminar su oración, quien luego de una corta mirada comprendió que significaba eso.

Los pequeños se miraron entre ellos confundidos pero con una deducción en sus cabezas, dándose cuenta de que eso no podía significar nada bueno.

Por algún motivo la palabra "charla" con ese tono no les gustaba mucho.

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— James — Susurro el pequeño Harry en la oscuridad.

Era de madrugada y debería estar dormido, pero su cabeza estaba llena de pensamientos (no totalmente positivos) que no le dejaban conciliar el sueño.

— ¿Harry? — El mayor de los dos se incorporó un poco de forma somnolienta, intentando enfocar su mirada en el menor, ¿Qué hacía su hermano despertándolo a las 3 de la madrugada? — ¿Tuviste otra pesadilla? — Pregunta haciendo un hueco en su cama y levantando las mantas para que pueda acostarse junto a él.

El ojiverde no responde, en cambio se apresura a subir a la cama, acurrucándose cómodamente junto a su hermano, sabiendo que cualquier temor se iría al estar a su lado.

— Descansa Harry, yo te protegeré de los monstruos — Prometió James mientras acariciaba suavemente el cabello del menor, aún con la somnolencia gobernándole un poco pero dejándolo de lado para tranquilizar a su hermano.

— ¿Incluso de los dementores?

— Incluso de los dementores.

Pasaron un par de minutos en silencio, James podía sentir como era consumido por el cansancio y caía de nuevo en la inconsciencia. Un proceso que estaba por completarse antes de que Harry vuelva a hablar, impidiendo que vuelva a dormir.

— ¿James? — El menor se remueve para mirar a su hermano a los ojos, o lo que podía ver de ellos ya que la oscuridad era intensa — ¿Qué pasa si mi alma gemela no me quiere? — Pregunta temeroso, el día anterior había escuchado todo lo que tenía que saber sobre almas gemelas, y al parecer eso había afectado al ojos esmeralda más de lo esperado.

James piensa un poco su respuesta, negando suavemente una vez da con lo que quiere expresar.

— No creo que exista alguien tan bobo, cualquiera amaría estar con alguien como tú — Asegura abrazándolo fuertemente — Y si él no lo hace, habrá alguien más que lo hará — Promete, esperando que aquello relaje más al contrario — Aún así no tienes permitido novias, novios, ni nada por el estilo hasta los 80 — Concluye con voz seria, causando que su hermano comience a reír más relajado mientras se acurruca contra su pecho.

— Te quiero James...

— También te quiero Harry — Deposita un beso sobre su frente.

Y finalmente, ambos pueden dormir de forma tranquila.


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Me decidí por corregir esta historia por fin, creo que era un poco necesario.

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