39. Contigo todo es increíble

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_____'s POV.

Corrí hasta el parque que estaba cerca de casa, recordé que Finn había mencionado una vez que le gustaba ir allí cuando necesitaba pensar. Cuando llegué, sintiendo que el corazón iba a explotarme o a salirse de mi pecho en cualquier momento, me detuve a unos metros del chico. No sabía si era por la falta de aire por haber corrido hasta allí desde casa, o por el hecho de que estaba a punto de hacer algo que nunca había hecho, pero no recordaba que me hubiese costado respirar en mucho tiempo.

Miré a Finn, tenía las piernas subidas en el banco en el que estaba sentado. Sus brazos abrazaban sus rodillas y sus ojos estaban rojos, perdidos en alguna parte del paisaje.

Inspiré y me acerqué a él. El chico no hizo señal alguna de notarme, así que volví a quedarme quieta justo a su lado. No aguantaba la situación, tenía que hablar con él antes de que mis labios se sellaran por sí mismos y fuera incapaz de decir palabra alguna. Siempre me pasaba cuando me ponía nerviosa. Abrí mis labios, pero ningún sonido salió de ellos.

«¡Mierda!».

No sabía que decir, las palabras no salían. Llevé mi mirada a sus labios y sentí la necesidad de besarlos. Quería abrazarlo, quería susurrarle cosas al oído, quería verlo sonreír y sentir que por fin había llegado a casa. Pero no me atrevía acercarme. He aquí mi gran dilema. En mi mente lo estoy besando, en la realidad solamente miro e imagino cosas.

Me senté a su lado y, por fin, él pareció salir de su nube y me miró. Sentí como un nudo se me formaba en el estómago cuando sus ojos llorosos conectaron con los míos.

«Eres todo un sensible, Finn» pensé con ternura.

Y ese, era el momento en el que yo debía decir algo pero, de nuevo, las palabras no salían de mis labios.

—Lo siento —murmuré sin saber qué decir. Esto no era lo adecuado, pero era lo más sincero.

Él bajó la mirada y suspiró.

—Si has venido a disculparte por lo de Miles, puedes ahorrarte las disculpas —su voz fue casi inaudible. No había la más mínima insinuación de celos o rabia en su tono, solo tristeza.

«Oh, Finn».

—No —dije yo y el volvió a mirarme directamente a los ojos—. No vengo por Miles —me quedé unos segundos en silencio, dejando que nuestras miradas hicieran el trabajo.

No sabía que decir, esta era la primera vez en la cual tenía que confesar mis sentimientos y ofrecer disculpas a la persona que más me importaba en ese momento.

—Finn —volví a decir su nombre y él entreabrió los labios, provocando así, que mis ganas de besarlo aumentaran y mis nervios también. Mis ojos se aguaron debido a lo estúpida y avergonzada que me sentía y por acto reflejo hundí mi cabeza en el cuello del chico antes de abrazarlo. Necesitaba sentirlo cerca— Por favor, Finn. Perdóname —«Aquí me tienes, a tus pies suplicando un perdón, ¿no querías que la chica fuera detrás te ti?» susurré en su cuello. Él se tensó por unos segundos y luego bajó las piernas del banco para dejarme estar más cómoda— Yo, yo —tartamudeé—. Te extraño. He sido una estúpida. Tú... no tenías la culpa de nada. Por favor, Finn, te quiero —El chico correspondió mi abrazo. Nunca creí que pedir perdón pudiera ser tan satisfactorio y vergonzoso al mismo tiempo—. Lo siento, de verdad, estaba tan cegada preocupándome porque mi pasado no volviera a repetirse que no me di cuenta de lo que tenía. Dije que no iba a dejarte y lo hice. Finn, te quiero, estoy enamorada de ti. Te necesito, perdóname —Él no dijo nada y no podía mirarlo desde la posición en la que estaba —Finn, di algo... por favor.

Me agarró de los brazos y me separó ligeramente de él, temí por un rechazo. Pero no lo hizo, en lugar de eso, me miró a los ojos. Los sentí conectar con cada parte de mí, como si a partir de aquel momento él fuera la persona que más sabía de mí. Deslicé mi mirada hasta sus labios y no dudé un segundo más en besarlo. Respondió al beso inmediatamente y posé mis manos en su nuca, acercándolo a mí.

Trillizos Wolfhard  {F. W. y tú} // TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora