35. Después

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Finn's POV.

Abrí los ojos ligeramente para volverlos a cerrar segundos más tarde debido a la luz que me cegaba. Giré mi cabeza haciendo que, sin querer, mi nariz rozara la mejilla de la chica que tenía durmiendo plácida junto a mí. Sonreí al recordar la noche anterior y abrí los ojos para mirarla. Tenía los labios entreabiertos, provocándome. Los besé cortadamente esperando que despertara, pero no hubo respuesta alguna por parte de ella. Tiene un sueño profundo, pensé. Me quedé mirándola un rato y preguntándome al mismo tiempo por qué me sentía tan bien. Simplemente esto me superaba, era la primera vez que me enamoraba y aún sentía que se me escaparía de las manos en cualquier momento. La había hecho mía, pero no lo era. Había hecho el amor por primera vez y había sido increíble. Necesitaba asegurarme, de alguna manera, de que ella permanecería a mi lado. ¿Pero cómo?

Esa era la parte complicada de la historia, hacer que la chica no se fuera.

Suspiré sin apartar la mirada de ella, escuchando su regulada respiración y sintiendo su piel desnuda rozar la mía. Sí seguía más tiempo con ella así, no sabía si iba a poder esperar a que desayunara para volver a metérsela hasta el fondo. Sí, soy una persona bastante vulgar en estos ámbitos, volví a admitir para mí mismo.

Aún preguntándome qué haría para que se quedara junto a mí, me levanté y me vestí, alejándome de mi tentación. Mi enorme y dulce tentación. Ahí me encontraba yo, sentado en el suelo, mirándola, pensativo; intentando creer que el te quiero que había escuchado la noche anterior era cierto y no palabras vacías, dichas por la intensidad del momento.

Me levanté y la arropé justo antes de salir de ahí, cerrando la puerta tras mi paso. Necesitaba pensar y también quería comprar el desayuno para traérselo a la cama.

Salí de casa con la intención de pasear un largo rato. Siempre hacía eso cuando necesitaba pensar o simplemente cuando quería estar solo un rato. Caminé sin rumbo, intentando mantener la mente en blanco, pero no podía, me sentía demasiado bien, demasiado raro, tanto, que iba sonriendo por la calle con cara de bobo. Ella era maravillosa. Y me gustaba tanto que me nublaba. La quería mucho e, incluso, podía decir que la amaba, pero no estaba seguro de lo que era amar, por eso descarté la idea. Porque a pesar de ser un chico abierto en los sentidos del amor, debía aceptar que tenía miedo a que me hiciera daño. ¿Quién no lo tenía?

Me senté en un banco del parque en el que había entrado y me quedé mirando a la gente pasar mientras el viento frío de Vancouver me picaba en la cara. Era temprano, aproximadamente, las siete y media de la mañana. Estaba incrédulo por haberme despertado temprano, no era algo normal en mí, es más, era algo totalmente anormal.

Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y observé a la gente pasar por delante de mí. Había personas corriendo, paseando al perro, yendo corriendo al trabajo y, otras, simplemente, hacían lo mismo que yo. Pero hubo una escena que me llamó la atención, vi a una chica blanca, con el cabello castaño de la mano de un chico rubio y alto. Los dos aparentaban tener mi edad. El chico agarraba la mano de una niña pequeña rubia, también, de unos cinco años como mucho. La niña se quejó, diciendo que estaba cansada de caminar. Se me adivinó tierna la situación y el tono fraternal que el chico utilizaba, quien se agachó y la cargó en brazos. Parecieron dudar en si seguir caminando o no pero, finalmente, optó por dejar a la niña en el suelo y sentarse en el banco situado a pocos metros de mí.

—Alice ve a los columpios a jugar —le ordenó el chico, hablándole con dulzura. La niña asintió y salió corriendo. Sonreí, era adorable. Luego el chico miró a los ojos de la que parecía su novia y se pasó la lengua por los labios. De un momento a otro, eran los nervios quienes hablaban por él — Karen... yo... —la chica sonrió— Quería preguntarte si... —estaba nervioso, y se le notaba— ¿Quieres ser mi novia? —y sacó un pequeño obsequio del bolsillo derecho de su chaqueta.

Trillizos Wolfhard  {F. W. y tú} // TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora