10. Puñetazo

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______'s POV.

Di un sorbo a mi batido de fresa y miré divertida como Gaten y Mike discutían sobre libros. Ya se me hacía normal que hablaran sobre esas cosas raras que solo parecían saber ellos. Miré a Lila que los observaba exactamente de la misma manera, y reímos al darnos cuenta de que compartíamos la misma opinión.

—______ —me llamó la chica— ¿Qué te parece ir de compras mientras ellos discuten sobre cosas raras?

Asentí, ¡cuánto tiempo llevaba esperando esa propuesta!

—Por favor —respondí mientras ella se levantaba. La imité.

Ya llevaba un mes en la casa de los Wolfhard, y con ello, algo que empezaba a ser amistad con Lila. Ambas teníamos mucho en común, a pesar de tener procedencias totalmente distintas: Ella, de padre panameño y madre brasileña, provenía de una familia humilde; yo, de una familia canadiense con una gran herencia. Pero todo eso no tenía importancia en nuestra relación.

De repente los chicos parecieron darse cuenta de que estábamos ahí y alzaron la vista.

—¿A dónde van? —preguntó el castaño.

Lila le sonrió y Gaten se quedó embobado mirándola. Mike me dedicó una mirada cómplice, ya que ambos nos habíamos dado cuenta de cómo las chispas salían cuando ambos se miraban.

—A mirar tiendas —contesté.

—Oh… okay —contestó Mike, ya que los otros dos estaban demasiado sumidos en su universo.

Estábamos en la planta más alta del centro comercial, en el local de batidos, hacía ya dos semanas que pasábamos mucho tiempo allí; y mientras Gaten y Mike hablaban de sus cosas, Lila y yo conversábamos también.

—Nos vemos aquí a las siete —le dije a Mike mientras él miraba de reojo a los otros dos que solo se miraban fijamente. Me aguanté una risa y agarré a Lila del brazo.

—Nos vemos —se despidió el chico de lentes con una sonrisa divertida mientras Gaten nos seguía con la mirada.

—Qué guapo es —suspiró Lila una vez que estuvimos fuera del local.

—¡Son más que evidentes! —ella me dio un codazo cuando me reí.

Bufó.

—¿Evidentes en qué? A él no le gusto —dijo mirando al suelo mientras caminábamos hasta las escaleras mecánicas que nos llevarían a la planta donde estaban las tiendas.

Rodé los ojos.

—Sí, claro. Y Finn no es un enfermo sexual —ella captó mi ironía y me fulminó con la mirada. Reí—. Te mueres por Gaten y no puedes evitarlo.

—Pues sí —respondió—, pero él no por mí.

Y de nuevo con lo mismo.

—¡Qué poca confianza en ti misma! —le dije y ella negó con un gesto—. Soy adivina y si digo que él está loco por ti, es que lo está.

—Sí… adivina —masculló con ironía, no repliqué a pesar de tener disposición para ello porque algo robó el protagonismo de la disputa: Finn y Miles estaban juntos en una tienda de ropa. ¿Qué estaba pasando?

Lila pareció percatarse también y comenzó a darme manotazos en el brazo, incrédula.

—Están ahí, ¿verdad? ¿O soy yo que deliro? —pregunté a Lila—. Finn y Miles comprando juntos. ¡Pero si se odian! ¡¿Qué hacen comprando?!

—Esto no es normal, ¿estarán drogados? ¿borrachos? —preguntó riendo un poco.

—Seguramente. De ninguna otra manera irían juntos de compras.

Trillizos Wolfhard  {F. W. y tú} // TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora