[La nueva Alfa.]
Makis.
Rota, así me sentía desde que su corazón había comenzado a silenciarse de a poco, rota porque la estaba perdiendo y apenas la había encontrado. No podía rendirme y aceptar el hecho de que ella pudiera desvanecerse sin yo hacer nada.
—Ruge. — Casi imploré, masajeando su pecho para que su corazón no se detuviera del todo. —No me dejes, por lo que más quieras, no me dejes.
—Makis. — La voz calma, pero triste de Juliana llegó a mis oídos, pero nada me permitía moverme. — Ella... ella ya se fue. — Intentó tirar de mí, para alejarme del cuerpo inerte de mi mate. — Ya no está, Makis.
—¡No! — Me sacudí violentamente, liberándome de su ataque. — Te ordeno que vuelvas, te ordeno que te mantengas a mi lado. — Vociferaba a su lado, sintiendo como frustrantes ríos migraban de mis ojos. — Te ordeno que rujas.
Quise meter la mano dentro de su pecho y bombear yo misma la sangre directo a cada órgano de su cuerpo, pero no podía, simplemente no podía hacer nada. Rugí con fuerza, alejando de inmediato todas las manos que quisieron tocarla a ella o a mí, rugí porque estaba frustrada y por primera vez en mi vida estaba sintiendo dolor.
—Makis.
—¡Ella no sea ha ido! — Farfullé entre sollozos perdidos. — Ella no puede irse.
En un arranque violento y casi irracional, golpeé su pecho con tanta fuerza, que no me atreví a abrir los ojos por el miedo de haber maltratado más su cuerpo.
Un rugido estridente estremeció al bosque completo, como si un huracán hubiese migrado desde su pecho y hubiese arrasado indiscutidamente con todos lo que estaba a su paso. Aturdida ante la fuerza de ese rugido atronador, que apenas pude encontrar el valor de buscar la procedencia de ese ruido violento y casi aterrador que me estremeció hasta las entrañas.
—"Duele." — Su voz débil volvió a aparecer en mi cabeza. — "Makis, me duele"
Entonces fui consciente de lo que estaba pasando a mi alrededor, donde su cuerpo se arqueó contra mi mano, mientras el ruido estridente de su rugido comenzaba a parecer y sus ojos se abrían completamente brillante, sorprendentemente de un rojo tan fuerte que era capaz de opacar el mismo color brillante de la sangre que la rodeaba.
—¿Natalia? — Susurré su nombre. — ¿Tu... tu... tu...?
—Duele, Makis, duele mucho. — Jadeó cansada, retorciéndose mientras sus heridas comenzaban a cerrarse lentamente frente a nuestros ojos. — ¿¡Qué me pasa!?
Nunca había visto algo similar, nunca había visto arbitrariamente que una persona tomara los colores de un alfa apenas siendo mordida; eso no pasaba, nunca en la historia de los licántropos se había visto que alguien fuese un alfa sin una declaración de poder violenta o la conformación de una manada. Quizás era por su corazón, por la inocencia o por la pureza de su alma, quizás era por esa manera calma que tenía de latir su corazón o probablemente era por ese algo especial que bailaba alrededor de su alma; no lo sabía en absoluto, ero completamente la amaba.
Tomé su mano con fuerza, intentando tomar parte de su dolor. — Te estás convirtiendo en todo lo que estás destinada a ser.
Mi cabeza bajó hasta que nuestras frentes se juntaron y por breves instantes, nuestros corazones se sincronizaron en un estrecho vínculo que compartía cada una de las sensaciones, emociones y dolores. Sentía lo que ella sentía, pensaba lo que ella pensaba y lograba experimentar cada una de las cosas que experimentaba. El vínculo era tan abrumador que apenas era capaz de pensar en ser fuerte para ella en este momento.
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Mi Luna. - (Ventino) [Makia]
FanfictionNatalia Afanador vivía en un pueblo en el que "normalidad" no se podía definir como una palabra muy usada, porque hasta el cartel de bienvenida era raro. Un día cualquiera, una noticia llegó, el ataque de lobos hambrientos había inquietado a su ciu...