Capitulo -9-

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Subió las escaleras con Clifford en brazos al llegar al fin de estás observó una habitación con cortinas negras en las ventanas y con más de veinte sillas gigantes con posavasos. En cada fila horizontal se encontraba, en la mitad, un asiento exclusivo para perros en forma de pata, Louis sonrió al imaginar a Harry pensando en tener un perro en la casa.

Colocó al perro en la silla y fue a buscar un control remoto que le permita encender el televisor gigante que había. Encontró algo parecido a una tablet, lo encendió y mientras volvía a su asiento en la fila del medio.

—¿Estás cómodo, Clifford?. —le preguntó al cachorro como si pudiese contestarle.

Buscó con la mirada algo que le permitiese apagar la luz de la habitación.

—Señor. —se aclaró la garganta —Aquí está su helado. —caminó hacia él —Extienda esa bandeja que está en el apoyabrazos. —indicó —Y si quiere apagar la luz hay un botón en el control, sinó tendrá que volver a la puerta, en un costado está el botón.

—Muchas gracias. —dijo y colocó el helado sobre la pequeña mesa. El cocinero se retiró.

Miró de nuevo el control, en la pantalla había un pequeño ícono con un foco, lo tocó y las luces se apagaron dejándolo con sólo con la iluminación que le devolvía la tableta. Al lado del anterior ícono había uno de un televisor, lo tocó y la habitación se llenó de la luz que emanaba la pantalla.

Le aparecieron opciones que programas y aplicaciones, presionó "Netflix" y la aplicación se inició de inmediato. Luego de ver varios títulos se decidió por Shrek.

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—Aquí tienes la dirección de dónde se esconde su familia, no quisieron llegar a un trato. —le dió un pequeño papel.

—Bien. —tomó el papel y lo metió en su bolsillo.

—¿Qué tal tu vida ahora? Oí que recuperaste a tu chico. —comentó.

—Veo que Alessandro sigue teniendo la lengua larga. —respondió —Por cierto, le propuse matrimonio a Louis. —sonrió.

—Me alegra que estés poniendo en orden tu vida. Le diré a tu madre, se pondrá muy feliz. —contestó, últimamente se ha sentido más unido a su hijo que nunca.

Siempre pensó que los problemas de drogas pasarían lejos de su hijo, que él sería su gran sucesor, no tenía problemas con quién Harry elija pasar el resto de su vida, sólo quería dejar al cartel en buenas manos.

Edward comenzó a fumar marihuana a los trece años, edad en la que sus padres se habían separado. Cuando entró al negocio familiar, como verdugo de sus enemigos y ex empleados, comenzó a consumir cocaína, si no podía dormir al menos encontraría algo que lo mantuviera despierto, mientras fumaba más cigarrillos de los que podía contar. El alcohol fue la base de todo, luego de su primer asesinato bebió tanto vodka que terminó casi con un coma etílico.

Cuando su padre volvió a casarse Harry ya no tenía empatía alguna, descargaba todo en un trago de alcohol o una línea de cocaína. Conoció a sus hermanastros, y se puso en contra de su padre, quiso irse con su madre y alejarse del cartel. Pero su madre estaba hundida en depresión, tapándolo todo con dinero y hombres jóvenes.

Decidió hacer su camino, su padre supo que iba a volver al negocio, lo llevaba en la sangre. Cuando su novia se enteró de cómo conseguía tantos atajos en la vida lo quiso dejar, pero su padre se adelantó dándole a elegir entre quedarse con Harry o su vida.

Y luego llegó Louis, su padre pensaba que era un error, pero más tarde se dió cuenta que ese pequeño los acercó más que nadie, que su hijo le contaba si estaba mal, que ese chico le había hecho sentir algo después de años.

Spaces between us. •LS• |T.2| (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora