20.

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El tiempo pasó, hubo cambios, pero todo para bien. Camino con mi tapado bien cerrado, mis manos buscan calor en el bolsillo y mi bufanda roza mi nariz que apuesto a que esta roja. Las calles de Londres estaban activas a pesar del frío de febrero, aunque ya me habia acostumbrado. Hacia un año y medio que estábamos acá. Ambos trabajábamos a la distancia, lo llevábamos bien aparte que ganábamos conocimiento acá también. Éramos él y yo, nada nos faltaba. Subo al ascensor, no veo la hora de entrar al departamento para acurrucarme en el calor. Entro, el silencio inunda aquel piso, algunas luces apagadas. Camino hacia la habitacion mientras me saco mi campearon. Allí lo veo, durmiendo como un bebé y tapado. Una sonrisa me sale inevitablemente mientras cuelgo en la percha la campera. Me saco mi jeans y me pongo un pantalón más cómodo, el buzo me lo dejo para luego correr las sábanas y acostarme junto a él. Esta dándome la espalda y no puedo soportarlo, por lo que tiro de su brazo para que se de vuelta. Escucho su quejido, pero al clavarme en su pecho sus brazos me rodean fuerte. Ambos nos habíamos levantado muy temprano ya que tuvimos varias cosas, eran las 3pm y recién nos encontrábamos, así que me dormí de inmediato, sus brazos me daban calor.

Amor.- escucho a lo lejos, pero no quiero levantarme.

Mmm.- solté.

Sácate el buzo, estás transpirando toda.- dijo.

Aún con los ojos cerrados empiezo a subírmelo un poco, pero jamás termino de sacármelo. Son sus manos la que arrastran mi buzo hasta quitarlo para luego juntarme a él.

Eres como una niña chica.- escuché y dejo un beso en mi nariz.

Calla.- solté y escuché su risita.

Son casi las 19, luego no duermes.- soltó y empecé abrir mis ojos.

En serio.- pregunte y asistio.- mierda, tanto vamos a dormir.- solté riendo y me estire.- qué calor.- me queje sacando algunas sábanas de encima.

Ahora.- dijo y lo mire.- estabas congelada cuando llegaste.- solté una risita.- eso porque no dejaste que vaya por ti.

Me apetecía caminar, me gusta.- solté y el puso sus ojos en blanco.- aparte me diste el calor que necesitaba.- lo jodi y rio.

Me hubiera justado darte otro tipo de calor.- soltó canchero y sonreí negando.

Me harás pastas hoy.- solté con un puchero.

Solo si me hay recompensa.- dijo y me acerque a él.

La que quieras.- susurre cerca de su boca.

Si.- pregunto apretándome fuerte hacia el.- pues encantado entonces.- soltó sonriendo.

Junte nuestras bocas, donde allí jugaron como quisieron, pero esta vez solo disfrutamos de los besos y caricias sin ir más allá.

Nos damos una ducha juntos y luego cocino.- propuso.

Acepto.- solté.

Claramente.- dijo y mordí mi labio negando.

Nos metimos al baño de aquella habitación, abrimos la ducha mientras nuestra ropa desaparecía y nos metimos.

Vamos a lavarte morocha.- soltó agarrando el shampoo y reí cerrando mis ojos.

Uhh si.- solté inconscientemente. Sus manos masajeaban mi cabeza, me relajaba muchísimo.

Y eso que solo toque tu pelo.- soltó jodiendo.

Idiota.- murmure.

Poco a poco iba bajando el ritmo, el agua caía encima de mi pelo, se había terminado el masaje. No llegue abrir mis ojos. Su boca recorrió mi barbilla y luego atacó mis labios. Donde sentí como sus partes rozaban con mi cuerpo, haciéndome dar un paso atrás y chocándome con la pare. Solté un gemido, por el frío de aquella. Mis manos recorrían su nuca y luego su espalda, las suyas jugaban desesperadamente. Me hizo girar, mis manos apoyadas en la pared, sus besos recorrían mi espalda y mi cuello, mientras sus movimientos dentro de mi empezaban. Y también empezaba una ducha de disfrute, como solíamos hacerlo varias veces.

Están buenísimas.- dije mientras comíamos.- aunque aumente tu ego, debo decírtelo, son las mejores pastas.- solté y el sonrió canchero.

Ya lo sé amor.- soltó y reboleo mis ojos.- sabes..- soltó haciendo una pausa y lo mire.- Jesús tiene una nueva misión, estaba encaprichado en que yo solo estoy a la altura que se necesita.- solo lo mire.

Y qué piensas hacer.- pregunte tratando de averiguar su respuesta en sus ojos.

Quiero saber tu opinión.- dijo y suspire.

Hablamos de que no ibas a dedicarte más a eso, con tu profesión de contador estabas muy bien.- dije mirándolo.

Ya se pero..-soltó.

No quiero ser la mala Hugo.- dije.- pero otra vez peligro, otra vez pasar por todo eso, creo que no debemos abusar del destino.

No entiendo.- dijo.

Que vos sometiéndote a una nueva misión te pones en peligro y a mi también porque ellos saben todo.- solté y me interrumpió.

Pero sino sabes todavía quiénes son.- dijo.

No hace falta saberlo para saber qué personas buenas no lo son.- solté molesta.- en serio quieres pasar de nuevo por todo eso.- pregunte.- no puedes quedarte con tu trabajo "normal".- solté haciéndole el gesto.- no puedes disfrutar de esta vida tranquilo sin ponerte y ponernos en peligro.- pregunte.

Es que es ayudar a personas, me gusta en verdad.- soltó.

Entiendo, quieres hacerlo entonces.- suspire y miro su plato.- has lo que quiera, en realidad yo no debo decirte nada, tú sabes lo que decides.- solté y me miro.

Pero no vas a dejarme por eso, no.- pregunto y negué.

Pero a la primera que me vea en peligro me voy a ir, una vez safamos, dos no creo.- dije y me pare.- provecho.- solté y me fui hacia la habitación.

No quería sonar como egoísta con mis palabras, solo que estábamos tan bien y sin peligros que no quería volver a tener que someternos a eso. Luego no volví más, me metí en la cama con mi computador. Él tampoco había venido, había pasado una hora. Cierro y me acomodo para dormir, la solución a todo. A los minutos llega y se acomoda para costarse.

En unas semanas debemos volver a Nueva York.- lo escuche tras mi espalda.- mañana hay cosas que debemos charlar.- dijo.

Ok.- solté mirando hacia el ropero.

Siento como gira, sus manos buscan las mías cuando pasan por mi cintura para entrelazarse.

A la primera que vea que todo está jodido y estamos en peligro me hago a un costado.- susurro pegándose a mi.- te lo prometo.- soltó y tal solo asistí.

Una angustia recorrió mi pecho al recordar todo. Ahora solo esperaba que esto nuevo salga bien y no interfiera en nuestra paz.

Entre balas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora