Pʀᴏ́ʟᴏɢᴏ

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¿Dᴇ ǫᴜᴇ́ sɪʀᴠᴇ ᴛᴇɴᴇʀ ᴛᴀɴᴛᴏs ᴘᴀ́ᴊᴀʀᴏs ᴇɴ ʟᴀ ᴄᴀʙᴇᴢᴀ sɪ ɴɪɴɢᴜɴᴏ sᴀʙᴇ ᴠᴏʟᴀʀ?

Los pájaros en mi cabeza eran pensamientos enjaulados. Pensamientos que no podían ser liberados ya que yo también estaba en una jaula llamada muros. Para las personas que me rodeaban, esto era normal, pero quería más, necesitaba saber más.

Miré directamente al sol. Mis ojos se nublaron. Sabía que no podía hacerlo sin que pasara eso. Sin embargo, moría por ver el sol acompañado de las nubes blancas y el cielo profundamente celeste. La estrella más grande. Y no la podía ver porque ella misma no me dejaba verla.

Mi vida era como el sol. A veces resplandecía lo suficiente para iluminar todo Trost si lo quería. A veces quien me veía salía dañado aunque no quisiera hacerlo. ¿Así se sentía el sol?

Di otro bocado a la galleta que estaba en mi mano y balancee mis pies. Mi pequeña estatura no me dejaba tocar el suelo. Mis zapatos brillaban, papá se encargó de que estuvieran bien limpios antes de que saliera.

—¿Cómo iba esa historia?—preguntó Erwin captando mi atención— La que contó tu papá cuando almorcé en tu casa la semana pasada.

—El Sol y la Luna. Es solo un cuento más de mi papá. —Erwin se tapó la boca mientras masticaba.

—¿La cuentas?—Apenas se entendieron sus palabras. Emití una risa y asentí.

—Dos jóvenes, llamados Luna y Sol, se enamoraron locamente el uno del otro. Afrodita, diosa de la belleza y del amor, sintió celos de que una pareja de mortales pudiera quererse de una forma tan intensa y bajó desde el Olimpo para demostrar que su romance no era verdadero.

—Eso es lo que no entendí. ¿Quién es Afrodita? ¿Existió en realidad? ¿La Luna y el Sol también existieron como personas?

—Cejas, no lo sé. Solo repito la historia. Tú querías escucharla.

—Bueno, sigue. —Tenía un tono algo decepcionado.

Erwin siempre fue así, a sus cortos ocho años quería saber el orígen de todo, como yo, pero la diferencia era que en mi casa no se preguntaban esas cosas. Después de casi cuatro años de amistad, conocía bien a mi amigo.

—Afrodita, experta en el poder de la seducción, trató de conquistar al joven Sol, pero éste la rechazó diciéndole: "Mi señora, sin duda es usted la mujer más bella y más dulce que existe, pero mi corazón es sólo de mi amada Luna. Ella es para mí más deseable que el mismísimo oro"—solté un suspiro. Amaba esa frase.

—¿Te lo aprendiste de memoria?—Me pasó otra galleta.

—Sí. —Sonreí—. Furiosa por no haber sido capaz de conquistarle, Afrodita mandó separar a los amantes para siempre. Convirtió al joven en el astro que iluminaría el día y a la mujer en el que iluminaría la noche, por lo que nunca coincidirían en el firmamento. Estaba segura de que así su amor se extinguiría.

A Cʜᴏɪᴄᴇ Wɪᴛʜ Nᴏ Rᴇɢʀᴇᴛs ✥ Lᴇᴠɪ AᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora