Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 22 ※ Mɪᴇᴅᴏ ᴀ ᴘᴇʀᴅᴇʀᴛᴇ

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—Te comía con la mirada—dijo Henry, sus poros soltaban furia. Él odiaba que otros hombres me miraran de esa forma. Cómo si hubiera algo bueno que vean en mí.

—Iba a golpearlo pero tú interviniste. —Crucé mis brazos, no solía retarlo, pero esta vez sí me había molestado. A ver cuánto me duraba la adrenalina.

—¿Qué esperabas que hiciera? ¿Me quedara de brazos cruzados mientras un idiota mira a mi mujer?

Su voz resonó en la habitación. Hizo eco en mi cabeza más tiempo del que pensé antes de que saliera mi voz en un hilo.

—Henry...—Mordí mi labio, nerviosa. Ahí quedó mi adrenalina, duró poco.

—¿Es que no entiendes? Eres mía y no permito que otros te miren. No lo haré ni hoy ni nunca. Pronto solo serás mi mujer, te casarás conmigo y serás mía. —Agarró mi mano con fuerza aplastando mis dedos dónde estaba el anillo, este hizo presión en mi piel. Finalmente, me soltó—. Ahí está, otra cicatriz. Con esa te acordarás de...

No continúo porque la puerta se abrió de golpe. Reconocí por el rabillo del ojo esa cabellera rubia. La furia dejó el rostro de Henry rápidamente. Los pasos sonaron hasta parar a nuestro lado.

—¿Interrumpo algo?—preguntó Erwin. Henry dió unos pasos hacia atrás, alejándose de mí.

—No—musitó molesto. No importa qué tanto odie a Erwin, nunca le faltó el respeto, al menos cuando lo tenía al frente.

—Shadia, debo hablar contigo. —Asentí mirando el suelo, su tono era suave conmigo mientras que con Henry era hostil—. Después hablaré contigo, Henry.

—Está bien, Smith. —Él iba a salir de la habitación pero Erwin lo detuvo colocando su mano en el pecho de Henry.

—No hace falta que te vayas. Nosotros nos iremos. Disfruta de la soledad, Henry.

Erwin colocó su mano en la parte baja de mi espalda y me guió por los pasillos. Varios minutos de silencio nos envolvieron. Estaba molesto, se notaba en la tensión de su mandíbula. Pero lo disimulaba bien. Llegamos a un ventanal, donde podíamos ver la calle, a los niños jugando y la gente pasando.

—Escuché los gritos. Medio cuartel y yo lo hicimos. Tú no eres propiedad de nadie. Te perteneces a ti, tus decisiones y tu cuerpo son tuyos. Te mereces el mejor trato de tu pareja, no gritos y golpes. —Tomó con delicadeza mis dedos, no estaba sangrando pero si estaba algo morado—. Mereces más que esto.

—Solo está algo celoso...—Encogí mis hombros y alejé mi mano de él.

—Esos celos son peligrosos. —Negó con la cabeza y me abrazó, lo rodeé con mis brazos, incapaz de negarme a un abrazo de mi mejor amigo—. Solo quiero lo mejor para ti. No creo que Henry lo sea pero seguiré a tu lado, dispuesto a ayudarte y aconsejarte cuando lo necesites.

A Cʜᴏɪᴄᴇ Wɪᴛʜ Nᴏ Rᴇɢʀᴇᴛs ✥ Lᴇᴠɪ AᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora