1° ᴘᴀʀᴛᴇ ᴅᴇ ʟᴀ ᴛʀɪʟᴏɢɪᴀ ꜱᴀɴɢᴜɪɴᴇᴍ ʜÆʀᴇᴅɪᴛᴀᴛᴇᴍ
• 𝑵𝒐 𝒍𝒐 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒆𝒔, 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒂𝒔 𝒕𝒖𝒔 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒆𝒂𝒏 𝒔𝒊𝒏 𝒓𝒆𝒎𝒐𝒓𝒅𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 •
Mamá me dijo esas palabras a una edad que era imposible que entendiera el signific...
Cerré mi maleta y la cargué. Tenía que salir rápido del cuartel, no había tiempo que perder. Había dejado a Levi en su cuarto, descansando en su cama. Estaba tan estresado que se quedó dormido apenas su cuerpo tocó la cama. Se veía tranquilo, demasiado. Sonreí mientras lo admiraba unos segundos.
Ni siquiera se había despertado cuando tocaron la puerta buscándome, tampoco cuando le di un beso prolongado en la frente antes de salir de su cuarto. Después de dormir juntos esa madrugada, repetimos el mismo acta cuando pudimos en estos días y esta noche nuestros horarios concordaron, por unas breves tres horas. Miré la maleta, recordando donde debía estar, y sacudí la cabeza. Quisiera quedarme un rato más a su lado.
Pero tenía que salir ahora.
Salí corriendo por los pasillos, solo se escuchaba mis pies chocar contra el suelo en el silencio de la noche. Todos seguían durmiendo, todos menos yo. Saludé a los doctores que me acompañaran en esta ocasión, mi tono era cansado y denotaba mi estrés. Solo éramos cinco personas, dos hombres y tres mujeres. Suficiente personal para ir a Chlorba con urgencia. No había tantos doctores ahí como los que había en Trost, nos necesitaban con urgencia mayor.
No conocía a ninguno de estos doctores, me daba igual tener que entablar una amistad con ellos si solo era un trabajo de máximo, y exagero, dos días. Estaba somnolienta, lo cual no es una buena condición para socializar, al menos en mí y creo que en todos. Una razón más para quedarme sola en mi rincón.
Escuché lo que hablaban los doctores, al parecer estaban más informados que yo. No me sorprende, el que me avisó apenas me mencionó a donde íbamos. Estúpido, demasiado estúpido.
Una explosión en Chlorba había dejado muchos heridos de gravedad y muertos, las causas son desconocidas hasta el momento, dudo que sea un simple accidente. Esperaba que los pacientes resisten hasta nuestra llegada, solo esperaba porque era lo menos probable.
Llegamos con la salida lenta del sol.
El pánico y terror que vi en el hospital me dejó en claro que no dormiría en al menos dos días. Uhm, ya podía sentir los brazos de Levi rodeándome cuando llegue de trabajar excesivamente.
—Doctora Veenstra, me han hablado mucho de usted—dijo una mujer tomándome de la mano con fuerza. Reconocí esa fuerza, te la provoca cinco tazas de café seguidas. Le sonreí, entendía su preocupación—. ¿Usted está a cargo, verdad?
Apenas estoy a cargo de mi vida en este momento de sueño. ¿En qué momento me encargaron una misión de la cual apenas tenía conocimiento?
