Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1 ※ Pᴇʀᴅɪᴅᴀ

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¿ᴘᴏʀ ǫᴜᴇ́ ʟᴀ ɢᴇɴᴛᴇ ᴍᴜᴇʀᴇ?

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¿ᴘᴏʀ ǫᴜᴇ́ ʟᴀ ɢᴇɴᴛᴇ ᴍᴜᴇʀᴇ?

La vida era un ciclo. Naces, creces, te reproduces y mueres. Si vivías dentro de las murallas, aquellas que parecen indestructibles para los titanes que se esconden detrás, podrías cumplir el ciclo con facilidad. Si pertenecías a la Legión lo más probable es que no llegues al tercer paso. Esperaba no tener que llegar al tercer paso y dejar a un ser para que crezca solo en el mundo, como me pasó a mí.

Cerré mis ojos de nuevo intentando conciliar el sueño y alejar mi profunda reflexión pero no lo lograba. Otra vez el maldito insomnio atacando a las...Para estar segura miré el reloj colgado en la pared crema de mi cuarto. Tres de la madrugada. Mi cuerpo sabe lo que toca.

Saqué el brazo que estaba sobre mí con mucho cuidado y lo dejé sobre la cama, logrando salir sin despertarlo. Como todas las noches, no lo hizo. Agarré mi ropa para cambiarme, lo hice como de costumbre, todo era una rutina. Ponerme ropa limpia y colocarme el arnés como si fuera mi segunda piel. Media hora después, seguía sin despertarse. Tenía el camino libre para salir del cuarto dejando a mi prometido en la cama.

Salí de la casa y me sumergí en la oscuridad de la madrugada. Tranquila, fría y acogedora, justo como me gusta. El camino al cuartel es corto si voy por ciertas calles, una vez llegué solo entré con el duplicado de llave que tenía y mis pasos silenciosos se detuvieron al estar en la zona de entrenamiento.

Hermosa forma de empezar el día.

Dos horas después y, quizá, medio litro de sudor, mi prometido me veía terminar las zancadas, el último ejercicio de mi entrenamiento. Digo que es el último porque la mirada de desaprobación que me daba lo estaba terminando. Solté los dos baldes con cemento en el suelo al ver que se estaba acercando.

—¿Cuándo cambiarás el horario de tu entrenamiento? Detesto despertarme y no encontrarte a mi lado—la voz de mi prometido es suave, como la mía.

—Cariño, amo entrenar temprano. La tranquilidad del cuartel...

—Cuando nos casemos dejarás de entrenar a esta hora.

—Pero no me gusta.

—¡Capitán Stroe!—la voz agitada de Ekaitz detuvo lo que casi se convierte en una discusión. Se acercó rápidamente y nos sonrió mostrando su blanca sonrisa que contrastaba con sus ojos saltones y marrones—. Buenos días, capitán Stroe y doctora Stroe.

—Doctora Veenstra—corregí con una sonrisa amable.

—Muy pronto serás doctora Stroe, te empiezo a llamar así para acostumbrarme. —La risa aguda de Ekaitz sonó por breves momentos al notar la mirada seria de mi prometido. Sus ojos marrones mostraron seriedad—. Entiendo, sin rodeos, capitán. El comandante Shadis nos solicita, a todo el escuadrón.

A Cʜᴏɪᴄᴇ Wɪᴛʜ Nᴏ Rᴇɢʀᴇᴛs ✥ Lᴇᴠɪ AᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora