Capítulo 1

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EVA
No es plato de buen gusto cuando alguien te mete en un coche contra tu voluntad y te llevan a otra ciudad en la que no conoces a nadie.
Yo lo llamo secuestro; mis padres, mudanza.
Eva: cuánto queda? - vuelvo a preguntar por quinta vez.
Madre: poco.
Eva: el mismo poco que antes? - pensé.

Yo vivía en Galicia, para el que no sepa de geografía, para llegar a Córdoba teníamos que recorrer 934 kilómetros en coche, o lo que es lo mismo, casi nueve horas sentada en un asiento aburrida y sin hacer nada productivo.

Para mis padres era una oportunidad para cambiar de aires, pero no se referían a sus aires, más bien a los míos. Según ellos, mis compañías en Galicia no eran las mejores, pues solía faltar mucho a clases y siempre que salía de fiesta no llegaba en las mejores condiciones.

No siempre había sido así, pero desde la muerte de mi mejor amigo no sentía la necesidad de hacer nada más que no fuese salir de fiesta y beber.

En mi opinión, la mudanza sólo tenía un significado y era tener que separarme de toda mi vida: mi casa, mis amigos, etc.

Tras nueve aburridas horas sin poder hacer más que mirar el móvil y escuchar música, por fin llegamos a la que a partir de ahora iba a ser mi casa, aunque yo no la sintiera como tal. La casa no estaba nada mal, era bastante grande y estaba bien decorada, pero mi parte favorita era la gran piscina.

Sacamos todas las cosas del coche y subí a mi habitación, dejé todo lo prescindible, cogí el móvil y los auriculares y volví al salón en el que estaban mis padres desembalando algunas cajas.

Eva: me voy a dar una vuelta.

Padre: vale hija, no vuelvas muy tarde.

Lo bueno de la casa es que estaba en el centro y no tenía que coger autobuses. Me puse música y empecé a caminar, me dio hambre y paré en una cafetería para merendar. Me tomé unas tostadas y un café y cuando terminé seguí caminando.

Iba tan metida en mi mundo que no me di cuenta de que alguien me llamaba hasta que me tocó el brazo y pegué un respingón asustada.

X: lo siento, no quería asustarte. - me giré y no me pude creer a quién vi.

Eva: Samantha?

Samantha: sí, te he visto y he venido a saludarte.

Conocí a Sam en un campamento de música en Madrid hace 4 años, nos hicimos muy amigas, pero cuando volví a Galicia y ella a Córdoba perdimos el contacto.

Samantha: tía, qué haces aquí?

Eva: me acabo de mudar, pensaba que te habías ido a Valencia.

Samantha: me fui, pero no salió bien.

Hace un par de años volvimos a retomar el contacto y, por aquel entonces, Sam estaba a punto de irse a Valencia a vivir con su novio.

Eva: me alegro mucho de verte.

Samantha: y yo, me tengo que ir, pero si quieres mañana podemos quedar y nos ponemos al día.

Eva: claro que sí.

Samantha: genial, más tarde te mando la dirección.

Eva: perfecto, adiós.

Samantha: chao

Después de despedirme de Samantha me di cuenta de que en Córdoba no hacía tanto frío como en mi tierra natal. Me acordé de un centro comercial que había visto no muy lejos así que, me puse los auriculares y me dirigí hasta él.









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