Capítulo 20

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EVA

22 de diciembre, hoy acababan las clases y empezaban las vacaciones de Navidad. No había hablado con nadie de mi grupo de amigos desde esa fatídica fiesta. No quería ver a los hermanos ni en pintura así que decidí dejar de juntarme con ellos.

Por suerte Hugo y yo terminamos el trabajo antes de aquella fiesta, así que no teníamos que quedar para nada. Mi plan de no hablar con él funcionó hasta que el último día decidió hablarme a la salida de las clases.

Hugo: hola, podemos hablar?- dijo al terminar la clase economía anterior al recreo.

Eva: tengo prisa.

Hugo: es un minuto - concluyó y andamos hacia los baños para hablar tranquilamente - primero quiero pedirte perdón, me comporté como un gilipollas y dije cosas que no pensaba. Sé que tú no tuviste la culpa de lo que le pasó.

Eva: y lo de Rafa y Aurora? - le interrumpí.

Hugo: a eso iba, todo lo que te dijo Rafa es verdad.

Eva: y por qué me dijiste que no?

Hugo: porque no quería que pensases que era lo mismo que contigo.

Eva: es que acaso no lo es?

Hugo: claro que no. Cuando lo dejaron Aurora se iba a mudar a Barcelona, me dijo que fuese con ella, al principio acepté pero luego me di cuenta de que no la quería. Esa es la diferencia, a ti sí te quiero.

Eva: y cómo sé que no te aburrirás de mí como hiciste con ella.

Hugo: no lo sabrás si no me das una oportunidad.

Eva: sabes que así no me das ningún tipo de confianza?

Hugo: sí, pero también sé que confías en mí.

Eva: y cómo lo sabes?

Hugo: porque me quieres, igual que yo a ti.

Eva: yo no te quiero - mentira, me dolió en el alma decir aquello.

Hugo: una cosa es lo que dices y otra muy distinta lo que sientes.

No hablamos más puesto que sonó el timbre que indicaba que debíamos volver a clase. Me pasé las últimas tres horas dándole vueltas a lo que Hugo había dicho. Y si era verdad que me quería? Debería darle una oportunidad y confiar en él para salir de dudas?

Me repetí esas preguntas durante el viaje a Galicia, donde iba a pasar las vacaciones. Casi nueve horas encerrada en el coche mientras le daba vueltas a las palabras del rubio. En una situación normal le habría pedido algún consejo a Samantha, pero analizando la situación sería mejor no hacerlo.

Estuve a punto de mandarle un mensaje a Sam, entré en el chat y vi todos los mensajes que me había mandado desde la fiesta y aún no habían sido abiertos.

Sam: háblame por favor.

Sam: sé que la he cagado.

Sam: perdóname.

Sam: no debería haberlo hecho.

Sam: es todo mi culpa.

Sam: Hugo no me habla.

Sam: perdónalo, por favor.

Sam: está destrozado.

Y así más de 200 mensajes que se basaban en disculpas y súplicas. Repetía mil veces que Hugo estaba mal, otra razón para perdonarle que me complicaba mi plan de no tener relación con él. Seguí mirando WhatsApps sin leer y encontré muchos de los del grupo.

Sam y Hugo no les querían decir qué había pasado y no entendían nada. El último chat que abrí fue el del rubio, este no había sido tan pesado como su hermana y había mandado un único y largo mensaje:


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