Esperé sentado en el puesto del piloto a que mi madre saliera de la casa para ir a almorzar. Era casi la una de la tarde. Afuera de las rejas estaban los periodistas, atentos a cualquier información. Incluso a que Francisco diera una segunda declaración. Las redes sociales estaban encendidas con lo que yo había dicho. Algunos brindando apoyo, y otros repudiando.
Me daba igual lo que pensaran el resto, si con el haberla dado, los periodistas se calmaban y dejaban en paz a Marian.
Recibí un mensaje al móvil, después de conseguir que cargara un poco.
Cata: ¡Eres un genio! Acabas de callarles la boca a todos esos periodistas, y dejaste a Francisco sin que decir. Marian debe sentirse alagada.
Charles: Si eso hace que Marian esté a salvo, quedo satisfecho. Francisco puede ir cavando su tumba si le place. Lo que tenga que decir no me interesa.
Mi ex pariente podía irse poniendo a berrear de la rabia, si se le antojaba. Eso, si los golpes que yo le había propinado, lo dejaban. A mí solo me importaba mi hadita.
Cuando guardaba el móvil, mamá llegó, entrando al puesto del copiloto. Los flashes dieron en los vidrios del auto.
--Cielo. Lamento si me tardé. Hablaba con tu padre que está en el hospital con Francisco—la miré—lo dejarán hasta mañana en observación. Dice que le cuesta respirar—
Suspiré de forma cansina.
--Me alegra, madre—se puso el cinturón
--Bien. Te diste cuenta que se te fue la mano—me reí.
--No digo que me alegre porque esté más o menos bien. Digo que me alegra que esté en el hospital. A ver si así escarmienta—
Esquivamos a los periodistas, saliendo por la reja.
--¡Charles!—me reprendió.
--Él se lo buscó, madre. Que ahora no venga llorando porque no aguantó mi venganza. Defiendo lo que es mío. Si no aguanta la reprimenda, que no busque lo que no se le ha perdido—
--Pero no está bien desearle el mal—no respondí, mirando la carretera y esperando que entendiera que si no decía nada, era para zanjar el tema—me das la razón. ¿O porque no dices nada?—
--Trato de que no hablemos más del tema. Marian me hizo prometer que me disculparía contigo y no discutiría más—
--Gracias a ella por eso—afirmé.
Gracias por llegar a mi vida e iluminarla toda con su luz. Si era cierto que el cielo existía, entonces ella era un ángel enviado por Susana.
--Sí. Así que te agradecería no volver a mencionar a Francisco delante de mí—suspiró.
--Está bien. No hablaremos más de él, si eso te tranquiliza—tomé su mano besándole los nudillos.
Ella entendía. Nuestra relación siempre había sido más buena que la de Cristie. No iba a empezar a discutir con mi madre.
--Ahora, yo si quiero saber algo. ¿Qué ha dicho la familia sobre Marian?—sonrió soñadora, y juntó las manos muy satisfecha.
Con eso lo supe. Aprobaban a mi hadita. ¿Y quién no? Era hermosa, dulce, educada, inteligentísima, con un increíble talento para cantar. Cualquiera la amaría con solo conocerla.
Marian Jenks, robando corazones.
Fuimos al restaurante favorito de mi madre, y después de pedir la comida, ella langosta, y yo pasta a la carbonara, la verdadera conversación empezó. Hablamos de mi recién iniciada relación con Marian y como se lo tomaba Julieta. La vi sonreír satisfecha, solo por verme a mi feliz.
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POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"
Romance¡Se fue! Así sin más. Hace dos meses. Cuando más convencido de tenerla en mis brazos estaba. Desde entonces, mi vida ha quedado sumida en la oscuridad y el dolor. Una que ya he sentido antes, una que conozco bien. Pero tambien una que toleraré solo...