CAPITULO 1:

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NOTA INICIAL: JULIETA EN MULTIMEDIA


Se ha ido.

Así sin más.

Hace un momento la tenía en mis brazos, se reía y estremecía, y ya no está. Sentí sobre mí, la mirada de todos los del servicio. Principalmente las de Geneva y Carlotta. Ambas tomadas del brazo, se veían igual que yo. No saben que hacer, ni yo tampoco. Roberto miró las cámaras y volvió a verme a mí.

--El auto ya arrancó, señor. Se fueron—apreté los puños.

Sentí como si en mi corazón, creciera una bomba, una que se hacía mas y mas grande, quemando todo a su paso. Arriba, solo se escucharon los gritos y sollozos de mi hija. Es como si viviéramos de nuevo lo que pasó con Susana, pero esta vez con Marian. La impotencia, el dolor.

Me enderecé, mirándolos a todos, obligándolos a que volvieran a sus deberes, antes de dar la vuelta y empezar a subir.

Quería estar. O al menos con mi pequeña.

¿Qué hice para merecer esto? Le di todo el amor que podía sentir, la hice sonreír.

"Pero no la protegiste de ellos" Me recriminó una voz en la cabeza. "Dejaste que las opiniones de los demás, se metieran en su vida y la llenaran de miedo"

¿Y qué otra razón para su marcha había?

Ella estaba feliz, tranquila. Y Maxwell con los comentarios de los periódicos, había puesto el odio en medio y había provocado su marcha.

Me detuve delante de un pasillo, cerrando los ojos. Estos pasillos no volverían a verla pasar, su cuarto quedaría vacío siempre. No escucharía las risas de Julieta con ella, ni sentiría su perfume impregnando cada rincón de la casa. Al entrar a mi cuarto, frené en seco. En mitad de mi cama estaba su uniforme doblado pulcramente. Y con él, una pequeña nota. La tomé.

"Gracias por todo. Me hiciste sentir que de nuevo tenía una familia que me quería, pero el miedo me impide disfrutarlo. Te quiero mucho. Perdóname".

Tu Marian.

Tomé esa ropa que tantas veces había usado, llevándola a mi nariz, estrujándola, queriendo sentir su perfume una vez más. Si cerraba los ojos, podía verla en mi mente, con esa mirada amorosa, su sonrisa de niña, su locura. No vería eso nunca más.

Abrí los ojos de golpe, cuando escuché un grito de niña y vidrios romperse cerca de los cuartos.

¡Julieta!

Dejando todo en la cama, eché a correr fuera de mi habitación, con dirección a la suya. Sentí el corazón latiendo desbocado, temiendo que hubiese cometido una locura por la tristeza. Frené dentro del cuarto.

No estaba.

Ni en el baño, el balcón o debajo de la cama.

Volví a salir, corriendo, llamándola, sin obtener respuesta. Al investigar en el cuarto de Marian, que estaba abierto, tampoco la vi cerca de la cama. Todo lucía ordenado. La cama hecha, el balcón cerrado, todo vacío de sus cosas. Y en el baño, solo un frasco de perfume roto en mil pedazos en el suelo, con el líquido chorreando entre las baldosas. Un aroma empalagoso inundando todo el cuarto. Fue una colonia que le dio Magdalena por su cumpleaños.

Miré más en el interior, notando un par de piecitos asomando por las puertas del armario y un sollozo. Julieta hecha un ovillo en el interior, con los ojos llenos de lágrimas, apretando con el pecho el osito que antes era suyo y después de un tiempo se lo regaló a su mamá. Miguelín Pachito Jenks, como le había puesto. Me miró, con su boca hecha pucheros.

POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora