CAPITULO 15:

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Sonriente, por haber ganado, la saqué del salón de baile, llevándola en mi hombro, ante la mirada divertida de su amiga. Tenía un asuntito que resolver con ella. Aunque iba a ser un poco difícil. Gritaba y pataleaba en mis brazos, queriendo que la bajara de una vez. Y no iba a pasar hasta que llegáramos al gimnasio.

—Bájame—sin saber como, teniendo mis manos ocupadas para no dejarla caer, abrí el lugar, casi oscuro por la caída de la tarde, y solitario como siempre.

—No hasta que me lo cobre—

Arruinaste tu canción, mi amor.

Cerré la puerta, poniendo tambien el seguro, por si su amiguita quería ponerse de fisgona. O incluso la señorita Monroe, que se había quedado merodeando por la casa. La bajé, con cuidado, y antes de que pudiera escapar, la acorralé contra la puerta, sujetando sus manos en la espalda. Estaba un poco despeinada, y respiraba como si hubiese corrido una maratón, con el pecho subiendo y bajando.

—Arruinaste una bonita canción y solo por eso me las vas a pagar—cuando me acerqué más, con intenciones de besarla, alejó el rostro hacia otro lado, con los ojos cerrados.

— ¿Y si te digo que no?—se pasó la lengua por los labios resecos.

No me retes más.

—Sigue soñando—y antes de que yo tomara la iniciativa, se soltó de mis manos, echándome los brazos al cuello, atrayéndome hacia ella.

La rodeé por la espalda, acariciando su columna con los pulgares, devorándola, mientras ella gemía, rendida una vez más. Descendí, hasta que toqué su delicioso trasero, ceñido en los leggins, atrayéndola a mí. Jadeó en mi oído. Le llené de besos la mandíbula y el cuello, hasta llegar donde su pulso latía acelerado. Se frotó contra mí, anhelante, dejando que le rozara los senos encima de la tela del top.

--no te escondas más de mi—se mordió el labio, mirando como la acariciaba, encendiéndola.

--No—su voz fue un murmullo débil.

--y no me prives más de ti—sonrió, tomándome de la mejilla, queriendo que la volviera a besar.

--nunca—sus labios siguieron a los míos.

Cuando me aparté, satisfecho porque la había hecho hacer una promesa, salí del gimnasio, dejándola jadeante y noqueada. Me miró de soslayo con una sonrisita satisfecha.

A ver cuánto le duraba.

Volví al salón, donde Carolina, miraba las partituras de la canción que antes yo tocaba. Todo listo para la clase de baile. Levantó la vista.

--¿Dónde se quedó?—señalé hacia atrás.

--procesando el castigo que le di—sonrió con picardía--¿Qué haces?—me enseñó la partitura.

--¿esta es la canción que estabas tocando cuando llegamos?—afirmé—es preciosa, estaba segura de saber cuál era pero no recordaba el nombre. Es de Ed Sheeran—

--Si—me devolvió la hoja

--¿Dónde la escuchaste?—miré yo las hojas.

--en sueños. Marian la cantaba—cuando la miré, tenía sus ojos puestos en mí, como si yo fuera un insecto gigante— ¿Qué? No me mires así. Es la verdad. Tenía un vestido de novia y la cantaba. La busqué y ahora la estoy aprendiendo en piano—sonrió.

--Se la piensas dedicar a...—la puerta del salón se abrió.

--estoy lista. ¿Empezamos, Caro?—nos interrumpieron

POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora