Nada más vernos, sus ojos brillaron y sonrió, caminando a donde estábamos. Me aparté.
—Han llegado ya—abrazó a Marian y después a mí, besando mi mejilla—que alegría tenerlos aquí—
—Gracias por la invitación—miré a mi chica.
— ¿Invitación?—se rió—viniste aquí hace solo dos días a ayudar con la decoración. Tu no necesitas invitación—la atrajo hacia ella, como si fuera su hija adorada— ¿Sabes, Charles? Podría adoptar a esta dulce mujer—
No te daría dificultad, madre.
—Pero hoy no—se apartó—tenemos mucho por hacer Agustín y yo—nos señaló el pasillo—vayan entrando—se alejó unos pasos—hay muchas personas que quieren conocerte, Marian. Familiares más que todo—
¿Ves mi amor? Te lo dije.
—De acuerdo—sonreí.
Ya estaba más tranquila.
—Todos aspiran a ver a la nueva amiga de mi Charles—
Ya no, mamá.
—Novia. Amiga ya no más—fue como si hubiésemos dicho qué su cantante favorito vendría a la fiesta.
Gritando, se tiró hacia Marian, abrazándola, más feliz que cualquiera. Ella me miró sorprendida.
— ¡Lo sabía! ¡Sabía que algo pasaba entre los dos! Oh Marian, no sabes lo feliz que me pone esto—
Reí, viendo sus ojos pedir piedad.
—Madre. Creo que no la dejas respirar—separé sus brazos de mi chica.
—Oh sí. Perdón. Es que es la emoción—
No lo notamos.
—Bienvenida, querida mía—sus ojos estaban llenos de agua—bienvenida a la familia—
Ninguna de las dos sabía que decir, y noté que Marian se sentía un poco en apuros, avergonzada.
—Sigan. Los veo en un rato. Tengo que hablar con los mayordomos de la entrada—terminó marchándose.
Miré por donde iba, ya dispuesta a saludar a unos amigos de mi padre. Volví los ojos a Marian y le sonreí, extendiendo mi brazo. Volvió a aferrarse para seguir al patio trasero. Desde aquí se podía escuchar la música clásica y las conversaciones de algunos invitados. Todo espléndidamente decorado. Se veía mejor de noche que a la luz del día. Recordé la conversación que llevábamos antes de la interrupción de mi madre.
—Solo como aviso antes de que lo olvide—me miró a la expectativa—cuando volvamos a casa, te voy a mostrar que tan buen amante puedo ser—eso la hizo sonreír.
Besó mi mejilla con ternura.
—Absolutamente hoy no duermo—
Teníamos todo el día de mañana para dormir.
La guié por todo el lugar, saludando a distancia a algunos amigos de mis padres. Abogados, médicos e incluso empresarios. Dos o tres se acercaron para saludar y les presenté a mi chica con orgullo. El último en acercarse fue mi abogado.
--Arthur—me dio un abrazo
Iba acompañado de su esposa
--Charles, ¿cómo va todo?—
--ni una palabra de los casos que estamos llevando—le susurré al oído. Entendió la petición—Pam, ¿Cómo estás?—sonrió radiante.
--más que feliz en esta fiesta. Gracias por la invitación—su máscara al contrario de la nuestra, era de sujetar en el rostro con un mango
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POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"
Romance¡Se fue! Así sin más. Hace dos meses. Cuando más convencido de tenerla en mis brazos estaba. Desde entonces, mi vida ha quedado sumida en la oscuridad y el dolor. Una que ya he sentido antes, una que conozco bien. Pero tambien una que toleraré solo...