Abrí los ojos, mirando la claridad del día, y del cuarto. Acostado boca arriba, me encontré en mi habitación, cuando supuestamente estaba en la mansión de los Ford. ¿Cuándo había regresado a casa?
Me senté, escuchando una dulce voz fuera del cuarto, cantando. Una que ya había oído más de una vez y me había dejado anonadado. Era la voz de Marian. Miré todo a mí alrededor, y antes de pensarlo dos veces, me lancé fuera de la cama, yendo en búsqueda de ella. Esto tenía que ser un sueño, porque aún no había convencido a Marian de volver.
No la hallé ni en su habitación, la de Julieta, la biblioteca, o el primer piso. Cerré los ojos en mitad del pasillo, esperando captar de dónde provenía la voz. Luego, echando a correr, me dirigí al gran salón de baile. Era el único sitio que no había revisado. Tenía que estar allí. El volumen de voz aumentó a medida que me acercaba. Me asomé por las puertas dobles, que estaban abiertas, quedándome inmóvil.
Adentro estaba ella, con un vestido largo, blanquísimo, y los cabellos recogidos. Daba vueltas por todo el lugar, como una bailarina, y de nuevo cantaba...
--Tan jóvenes pero en eterno amor, luchando contra el dolor, todo estará muy bien, lo sé eeee—
Sonreí, recostado en la entrada. Ella me vio.
--No merezco esto, eres tan perfecto, amor—vino hacia mí, tomándome de las manos.
--Estás aquí—me sonrió, rozando mi mejilla con sus labios.
--Nunca me he ido. Solo debes buscarme, y me encontrarás—susurró.
--Pareces una novia—sus parpados con brillantina, y estrellitas plateadas en las esquinas de los ojos. Una corona de flores en la cabeza
--Lo soy. Me voy a casar—toqué sus labios con los dedos.
--Conmigo—sentí el corazón en mi pecho, latiendo desbocado. Ella negó.
--Rick y yo nos vamos a casar—se alejó de mí.
--¿Qué? Pero si tú y yo...—sonrió con tristeza.
--Tú me dejaste ir. No me buscaste—se alejó más, y vi que se empezaba a desvanecer como si fuera un fantasma—nunca me buscaste—
--¡Nooooooo!—grité, sentándome en la cama, sudando frio.
Y volví a gritar, cuando vi una sombra delante de mi cama, y dos pares de ojitos curiosos, mirándome. Encendí la lámpara de la mesita de noche y las figuras cobraron sentido. Era Heidy, la hija de Jeremy y Gabriella, delante de la cama, con su gato en brazos. Exhalé.
--Heidy. No vuelvas a hacer eso. No vuelvas a asustarme así—sonrió.
--malos sueños, ¿eh?—suspiré.
--Un poco. ¿Qué haces aquí?—le dio un beso a su gatito, que tenía las patas negras entre el pelaje blanco, como si usara guantes
--No podía dormir, y mi hermanito tampoco. Mamá nos prepara leche caliente. Te escuché desde mi cuarto, hablando dormido—
Alguien más se asomó.
--¡Heidy! ¿Qué haces aquí? No despiertes a nuestro huésped—
--No te preocupes, Gabriella. No me despertó, fui yo quien tuve una pesadilla—tenía puesta una bata larga, y una larga trenza que le llegaba a media espalda. Llevaba un niño de uno o dos años, en brazos
--¿pesadillas?—miró a su hija—cariño, tráele por favor, un vaso de agua—la pequeña bajó al minino al suelo y salió del cuarto a cumplir con lo pedido.
ESTÁS LEYENDO
POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"
Storie d'amore¡Se fue! Así sin más. Hace dos meses. Cuando más convencido de tenerla en mis brazos estaba. Desde entonces, mi vida ha quedado sumida en la oscuridad y el dolor. Una que ya he sentido antes, una que conozco bien. Pero tambien una que toleraré solo...