Al volver a casa, todo el servicio ya estaba en sus aposentos, descansando. Solo Jonás cuidaba las puertas, relevando a Roberto del puesto en las noches. El silencio y la oscuridad envolvían la casa. Me removí la chaqueta, sin poder dejar de sonreír.
¡Ella me había dicho que sí! Era mía otra vez.
--buenas noches, Jonás—se puso de pie, de su puesto.
--Buenas noches, señor—me miró con un poco de temor—con todo respeto... ¿Cómo le fue en su misión?—afirmé, de muy buen humor.
--excelente. Eso es todo lo que diré por ahora. Infórmele a sus compañeros, que mañana convoco a una reunión en el desayuno. Es importante que hablemos todos—movió la cabeza con rapidez en un asentimiento.
--de acuerdo, señor. La... la señorita Julieta ya se acostó tambien. Carlotta dijo que se lo informara—
--bien. Gracias. Permiso—me retiré, subiendo al segundo piso, con la chaqueta en el brazo.
Hoy parecía como si todo fuera más alegre, como si las cosas de nuevo cobraran vida. Marian regresaba el domingo en la tarde. Y sabía que esa noticia le cambiaría la vida a mi pequeña.
Me paré en medio del pasillo, meditando.
--en realidad no fue tan difícil—dije en voz alta.
Solo unos besos, y ella había caído rendida a mí, aceptando mi petición. Aunque no pudimos culminar lo que habíamos empezado. Su amiga Carolina y el novio, llegaron a importunarlo todo y ya yo no tuve más remedio que marchar.
FLASHBACK:
— ¡Qué obra de teatro! La amé—ella se tensó en mis brazos, semi sentándose.
Los labios hinchados, el cabello despeinado, la ropa desordenada. Me miró.
--¡Es caro! Bájate, bájate—cuando ellos entraron al salón, mirando hacia la sala, estaba yo arrodillado en el sofá, y Marian en el suelo, jadeante.
Se miraron entre ellos, y al final su novio dio la espalda, cubriéndose los ojos. Entendí porque. Mi chica tenía los jeans abiertos y la blusa subida, mostrando su sostén. Carolina sonrió con picardía, no viendo la hora de reírse de su compañera de apartamento.
—Bueeeeno. Tú sí que sabes divertirte mientras no estoy—se puso de pie, molesta, mirándome de malas formas y organizando su ropa—esto me dice entonces que se reconciliaron—miró de uno a otro.
--Marian va a volver a la mansión—hablé yo, antes de que ella se echara para atrás—conseguí convencerla—se volvió a sonreír.
Y no lo habría logrado sin ella, con todo lo que me había ayudado.
--eso veo—se cruzó de brazos.
--creo que es hora de que te vayas—Marian me tomó de la mano, encaminándose a la salida—gracias por traerme—
Aún tenía las mejillas coloradas, le costaba respirar un poco, y su boca estaba hinchada, incluso por fuera del moretón. Su amiga nos detuvo.
--¡Ey! No seas descortés, amiga—tiró de su novio—Charles aún no conoce a mi novio. Él es Andrés—nos miramos con seriedad, y al final le estreché la mano, cordial.
Parecía avergonzado, por ver a mi chica casi sin ropa. Y la verdad, que ella volviera a la mansión era lo mejor. De solo imagina que él se quedara a amanecer con su novia, se levantara en las mañanas y viera a Marian con las mismas pijamas que se ponía en mi casa, me reptaban los celos por la espalda.
ESTÁS LEYENDO
POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"
Roman d'amour¡Se fue! Así sin más. Hace dos meses. Cuando más convencido de tenerla en mis brazos estaba. Desde entonces, mi vida ha quedado sumida en la oscuridad y el dolor. Una que ya he sentido antes, una que conozco bien. Pero tambien una que toleraré solo...