CAPITULO 38:

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--¡¿Qué está haciendo usted aquí?!—Vociferé y lo tomé de la camiseta, levantándolo contra un muro— ¡¿Cómo entró?!—vi el susto en sus ojos pero tambien la ira.

--Eso no es asunto suyo. Vine a reclamar lo que me merezco. Esa hija de puta debería darme una indemnización por lo que hizo hace años—masculló.

--Ella no le debe nada, maldito infeliz. Y no tiene por qué entrar a mi casa y mucho menos a su cuarto—miré sus manos y vi que tenía una cadena con una llave.

La llave que Marian siempre tenía al cuello y abría todas las puertas.

--Dame eso—se la arrebaté—no te pertenece—

Cuando pensaba forcejear por soltarse, lo agarré del cuello, con las manos en la espalda.

--¿pensabas ir a alguna parte?—respiró con dificultad—ya no te crees tan bravito. ¿Qué viniste a buscar aquí?—

--Marian me hizo mucho daño en el pasado. Una breve condena en la cárcel no es suficiente venganza por lo que hizo—tosió—al enterarme por mi novia, que ella estaba aquí, cobraría mi venganza—

--Tu venganza llega demasiado tarde. Ahora ella tiene quien la defienda. No vas a llevarte ninguna de sus cosas, ni a hacerle daño. O te parto las pelotas a martillazos. ¿Entendido?—comenzó a ponerse morado.

Cuando sentí pasos cerca, llamé por ayuda.

Maurice se asomó.

--¿señor?—nos miró contrariado

--llama a la policía. Este imbécil se metió en la casa que no era—le solté el cuello, pero le sujeté aun las manos, dándole un puntapié, tirándolo al suelo

--¿Quién es?—

--eso no importa, Maurice. Llama ya mismo y notifica a Roberto—corrió a obedecer

Sin soltarlo, busqué algo con que amarrarle las manos de forma provisional, luchando por no hacer ruido. O despertaría a Marian y a Julieta. El cuarto ahora tambien desordenado, quizás por lo que este hombre buscaba, olía a sapo muerto. Menos Mal Marian no tenía que dormir aquí.

--No debería hacer eso. Le reconozco la cara y podría vengarme—

Encontré una cinta de la cortina, atándole las manos y con un nudo extra fuerte.

--yo no hablaría tan rápido—apreté más, y el hombre se quejó—dígame algo. Fue su noviecita la que propició esto, ¿no?—no respondió—confiese, infeliz—lo presioné contra el suelo, con el pie.

--Sí. Mientras ella empacaba sus cosas yo me colaba para vengarme. El mayordomo estaba elevado y ni cuenta se dio—

--Los dos van a parar a la cárcel ahora mismo. Y si hay cómplices en esto, que me imagino es así, tambien van a acabar en prisión, y ustedes confesándolo todo—el cocinero volvió a aparecer.

--Vienen en camino, señor—

--Donde está la señorita Monroe—

--acaba de irse, señor—maldije en voz baja

--Esa putita escapó y me dejó tirado—masculló el tal Marcus desde el suelo

--Se lo merece. Pero ella no irá tan lejos tampoco—

Iban a acabar en la cárcel, como que yo me llamaba Charles Jiménez.



Después de que viniera la policía y diera mi declaración del caso, se llevaron al ex de mi chica, esposado a los calabozos mientras se investigaba. Buscarían tambien a Triana y ya veríamos como acababa todo. Y ya podía dilucidarlo. Nos llevarían derechito a Magdalena y a Maxwell.

POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora