CAPITULO 8:

1.4K 108 13
                                    

Al final fue ella la que hizo el café. Yo no sabía nada de cocina. Ni siquiera donde buscar las cosas. Por eso usaba empleados. En silencio, la vi mover la cafetera, poner el agua y tener listas las cucharadas de café en polvo. Pero como pasaba desde que la besé hace un momento, me rehuía.

¿Me tenía miedo?

No.

Me deseaba. Y temía desearme.

—Me estás rehuyendo—puso la barra que separaba el comedor de la cocina, de por medio, para que no intentara tocarla.

—Me pones nerviosa. No esperaba volver a verte. Es más... Deseaba no volver a verte—tomó la bolsa de hielo, poniéndola otra vez en el lado lastimado, mientras el agua hervía—y ahora te apareces otra vez, y no tengo ni idea porque—

Porque te quiero de vuelta, mi amor.

—Quiero que vuelvas, y he venido a suplicártelo—empezó a negar.

No te rindas tan rápido, Charles.

—Julieta te necesita. No sé qué hacer ya con ella—usé a mi hija como arma secreta.

¿Quién le decía que no a una niña? ¿Y más si ella la quería como a su hija?

—No obedece, se la pasa encerrada con su Tablet nueva, quiere esconderse a cada rato en el cuarto de pánico. Y me preocupa que esté volviendo a lo mismo—

Recordé el susto que sentí ese día, cuando Carlotta me lo informó. Y al asomarme sin que ella me viera, confirmar mis sospechas, viéndola en el mirador. Magdalena ya no estaba, pero no me fiaba de nadie ni nada en la casa.

—Además vine, porque te dije en esas notas, y con Pablo, que en dos semanas todo esto se acabaría. Bueno. Hoy se cumplen las dos semanas—hasta en eso yo era puntual.

Ella me miró entre sus pestañas, avergonzada, como si tuviera un secreto. Como si supiera algo que yo no.

—Julieta no tiene nada raro, si no quiere reunirse contigo en las noches y se encierra sola en el cuarto de pánico es porque yo se lo he pedido—

¿Ella se lo había pedido? ¿Desde cuándo? ¿El día que se encontraron en el colegio? ¿Y porque?

Tenía muchas preguntas, y detestaba que estuviese tan poco comunicativa. Si hablaba era porque yo le hacía preguntas. Esa no era la Marian que yo había conocido meses atrás.

—Todas las noches, sin falta, Julieta y yo estamos hablando por video llamada, siempre y cuando no nos veamos en el colegio. Le he pedido que para hablar, tú no debes estar cerca o presente—

Comprendí por fin. Y muchas lagunas se llenaron tambien. Las veces que la pillaba en su Tablet y la apagaba para que yo no viera, el querer estar sola. ¿Pero porque se me escondían las dos?

— ¿Por qué?—inhaló con dificultad, mirando para otro lado

— ¿Es necesaria esa pregunta, Charles? Yo creo que no. Y no puedo volver—

Porque no quería verme. Esa era su razón, no dicha. Aún estaba dolida y con miedo.

—Será por trabajo solamente. Te lo prometo. Pero necesito alguien que le devuelva la tranquilidad a ella—supliqué. Lo que yo nunca hacía con nadie.

—No puedo. Ya te lo dije. No voy a dejar mi nuevo empleo. Me gusta mucho. Amo estar con los niños, jugar reír y hacer bromas con ellos. Y no quisiera defraudar a la madre de mi amiga y a la directora del colegio—

Cariño esa no es la razón y lo sabes. Antes era mejor mentirosa.

— ¿Quién dijo que te pedía para el trabajo de asistenta?—ahora la que pareció confundida fue ella

POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora