Miré mi reloj de pulsera, que marcaba las dos de la mañana. Afuera ya nevaba y solo se escuchaban ruidos en el pasillo, de las enfermeras revisando otros pacientes. Al mirar hacia la cama no detecté movimiento. De hecho estaba vacía y el carrito de suero no estaba a un costado.
¿Cómo me había dormido tanto que ni cuenta me di que ella se levantara?
--¿Marian?—
La llamé y al no obtener respuesta, me tiré del sofá, buscándola, temiendo que le hubiese pasado algo. Me asomé al baño, frenando en seco. Se lavaba las manos, mirándose en el espejo.
--Aquí estás—suspiré
--Quería hacer del uno. No te quise despertar—terminé de entrar— ¿Qué pasa?—negué.
--No te encontré en la cama y me preocupé—me sonrió con debilidad, cerrando el grifo—me preocupo mucho, ¿sabes?—
Aunque ya no pudieran hacerle daño, me seguía aterrando la idea de que algo le pasara a ella y al bebé.
--Y no deberías. Estoy bien. Un poco dolorida, pero ya pasará—
Miré el golpe de la cabeza y su labio reventado. Se acomodó la bata, y ya no pude soportarlo más. La rodeé en mis brazos. Aun podía sentir el sonido de los disparos en mis oídos, y verla a ella desvanecerse en mis brazos. La abracé más contra mí.
--¿Qué pasa?—se recostó en mi—estás callado—le besé los cabellos.
--si algo te hubiese pasado—me flaqueó la voz.
Maldición, que habría sido de mí si algo les hubiera pasado a Julieta y a ella.
--Oye, pero estoy bien—besó mi mano.
--Tuve tanto miedo de perderte—me miró y besó mi mejilla—quisiera ir a la cárcel y matar a esa rata de Maxwell—
--Shhhh, déjalo. Ya se está haciendo justicia, y Magdalena está muerta. Debemos dar gracias que no le hicieran daño a Julieta. Lo mío solo son minucias—
--Minucias que casi te cuestan la vida—le di un beso—no vuelvas a cometer locuras, por favor—suspiró.
--Ya te lo prometí. No haré nada. Ahora sé que debo cuidar tambien de mi bebé—puse mi mano encima de la suya en su vientre—y yo no iré a ningún lado. Te lo prometo—volví a abrazarla.
No la descuidaría ni un segundo. Mi pequeña siempre estaría a salvo conmigo.
No pasaron dos minutos, hasta que se apartó con un quejido.
--¿me ayudas a llegar a la cama? Estoy muy cansada—
Moví el suero y le presté mi brazo para que se apoyara mientras llegaba a la cama. Caminé a su ritmo de patito.
--ve con cuidado—se detuvo solo una vez, teniéndose el estómago, y volviendo a reanudar cuando el dolor pareció cesar.
Una vez en la cama, acomodé primero el carrito de suero y la ayudé a subir a la cama por lo bajita que era. La arropé de nuevo y le di un beso en la frente.
--gracias—susurró.
--No las des—acaricié sus cabellos—te quiero—sonrió.
--y yo a ti. Mucho—
Volví a la cama, a ver si los dos podíamos dormir.
A las ocho de la mañana, mi móvil empezó a timbrar. Me di la vuelta en el sofá, no reconociendo la melodía.
No. Ese no era el mío.
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POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"
Romance¡Se fue! Así sin más. Hace dos meses. Cuando más convencido de tenerla en mis brazos estaba. Desde entonces, mi vida ha quedado sumida en la oscuridad y el dolor. Una que ya he sentido antes, una que conozco bien. Pero tambien una que toleraré solo...