Al llegar al hospital, mi madre fue en busca de una silla de ruedas, mientras yo ayudaba a salir a Marian. La sujeté mientras otra contracción pasaba, y ella respiraba por la boca.
--Aguanta. Ya estamos en el hospital—cerró los ojos
--¿sabes?—susurró—aunque te portes desquiciante, estoy feliz de que vayas a ser el padre del bebé—reí.
--¿Por qué? ¿Por qué a nuestro hijo no le faltará nada?—rió conmigo, la contracción pasada
--No, idiota. Porque si el bebé sale igual de terco y llevado de su parecer que tú, conseguirá todo lo que se proponga—
No dije nada, ayudándola a sentar en la silla de ruedas que traía un enfermero, siguiéndolos después, al interior del hospital. La registraron, le pusieron una pulserita con el nombre y la ingresaron a un cuarto. Aun no estaba lo suficientemente dilatada para dar a luz por parto natural.
La ayudé a cambiar por la bata médica, y comenzó la larga espera. Le pusieron suero y la conectaron a un monitor para ir evaluando su estado y el del bebé. Mi madre nos trajo café, horas después, y Marian no estaba lista.
Anocheció y el medico sugirió que caminara por los pasillos para acelerar el proceso, solo dilatada en cinco. La llevé por el hospital, rodeándola con mi brazo, hablando de los sueños que tenía respecto al bebé. La hice respirar conmigo y cuando ya se hartó, volvimos a la habitación a que se recostara otro rato. Pasaron las horas y sus contracciones aumentaron, le froté la espalda en la parte baja y eso la ayudó un poco, pero no del todo.
Le trajeron algo de comer, pero a los diez minutos lo vomitó. Solo quería que su bebé naciera. Estábamos sumamente impacientes los dos.
Ahora, estaba sentada en una pelota de yoga, haciendo círculos porque eso menguaría el dolor tambien. Yo sentado en la camilla y con sus brazos apoyados en mis rodillas. Mamá volvía a ir por café.
--esto pronto terminará—le acaricié los cabellos.
--Ojalá sea muy pronto. Estoy agotada—apoyó la frente en mi pierna, gimiendo muy quedo con otra contracción
--respira por la boca—volví a masajearle la espalda.
Obedeció, quedándose en silencio por unos minutos.
--¿Charles?—susurró
--Dime—levantó la cabeza
--¿Qué pasará si no puedo con esto?—fruncí el ceño—que... ¿Qué pasa si muero?—sus ojos estaban llenos de lágrimas.
--No digas eso. Tú no vas a morir. El proceso va lento pero todo está perfecto—sorbió por la nariz
--Tengo mucho miedo—sujetándola aun de las manos, me acuclillé frente a ella
--Todo irá bien. Los médicos te monitorean, dicen que el parto avanza rápido para ser tu primera vez. El bebé está sano. No les pasará nada a los dos—la sujeté de la mejilla—es normal que estés asustada, pero te prometo que en unas horas, ya todo esto habrá pasado y tendremos a ese precioso o preciosa bebe en brazos—sonrió.
--Ya quiero verlo o verla—le besé la frente
--Yo tambien. Y estoy muy orgulloso de ti, eres mi guerrera valiente—la abracé
--no me dejes sola—besé sus labios.
--Aquí me quedaré—mi madre volvió.
--Llegaron los café—puso la bandeja en una mesa—y te traje un panecillo, querida—ella negó.
ESTÁS LEYENDO
POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"
Roman d'amour¡Se fue! Así sin más. Hace dos meses. Cuando más convencido de tenerla en mis brazos estaba. Desde entonces, mi vida ha quedado sumida en la oscuridad y el dolor. Una que ya he sentido antes, una que conozco bien. Pero tambien una que toleraré solo...