CAPITULO 28:

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La semana pasó más tranquila que las anteriores. Por protección, Pablo nos llevaba a los tres a donde tuviéramos que ir. Primero a Marian y a Julieta y luego a mí. No quería arriesgar a ninguna de mis dos mujeres. Y menos que Marian se sintiera acosada, porque los medios ya estaban enterados de nuestro noviazgo. El primer día cuando bajó del auto, la despedí con un beso en los labios, quedando en evidencia, y aunque ella se puso muy nerviosa, no se rehusó. Con el tiempo se iría acostumbrando.

Bajé del auto, luego de aparcarlo frente a la entrada. Hoy era halloween y mamá me había pedido casi rogado, que la ayudara a las decoraciones finales. Le sonreí, viéndola de pie en la entrada, con su cabello en tubos rizadores, y un delantal lleno de salsa de chocolate.

--Madre—besé su mejilla.

--ya estaba pensando que no vendrías, cariño. Necesitamos ayuda con una estatua y mover otras cosas en el patio—la seguí al interior, con mi brazo en sus hombros.

--solo si me pagan por esto—me miró contrariada. Reí—con el almuerzo bastará—besé su frente—incluso lo haría gratis—

--Es poca cosa lo que debes hacer. Excepto...--se mordió el labio

--¿Qué?—me detuve.

--Tu padre no puede ir por Francisco al aeropuerto. Hace otras diligencias. Si tú pudieras...--gemí aburrido, echando la cabeza hacia atrás.

Nada peor que venir con mi tío luego de uno de sus viajes, mientras hablaba de sus nuevas adquisiciones financieras. Y hoy, venía a la fiesta de mis padres, nada más y nada menos, que a conocer a mi chica. Más le valía no meter las patas incomodándola.

--claro que si no quieres, puedo decirle a uno de los empleados—negué

--No me entusiasma, mamá, pero iré a recogerlo, no te preocupes—sonrió agradecida— ¿muéstrame que debo hacer? Yo también tengo que ir a prepararme para esta noche—me hizo seguirla al patio.

A los pasillos llegó el aroma de cocina, mientras preparaban los dulces. Chocolate derritiéndose. De estar aquí Julieta, ya la habría perdido. Salimos en medio del sol de otoño, donde varios empleados montaban las carpas y mesas con la decoración. Uno de los decoradores se acercó a mi madre.

--¿Dónde desea que pongamos estas calabazas, señora Jiménez?—

Una de las que había hecho Julieta. Me reí internamente, recordando hace dos días, cuando vinimos a ayudar. Era la primera vez que mi chica preparaba calabazas para halloween y disfrutó más que cualquiera. Incluso con la embarrada de Julieta, cayendo en el balde de masa. Señor problema fue quitarle después eso de encima.

--esas que vayan en la entrada, Héctor. Son las de mi nieta—el hombre se retiró—todos deben admirar el talento de mi Juli—me dijo, mientras nos acercábamos a la escultura que yo debía mover.

--¿esta?—afirmó.

Parecía ser una figura mitad mujer hermosa, mitad bruja.

--tu padre intentó moverla ayer, pero se enfermó de la columna. No es muy pesada, pero ya sabes cómo es el—

Había movido esta figura en dos ocasiones, y ella tenía razón. No era pesada. Pero papá ya mayor, no podía con mucho peso.

--¿Dónde la quieres?—señaló donde estaban los rosales.

--al otro lado del jardín. Tenemos que ocupar este sitio para unas mesas con dulces y ponche.

Rodeé la figura con ambos brazos desde abajo, para levantarla, y decidí jugarle una broma a mamá. Cuando la iba a levantar, solté un grito, sujetándome la espalda y maldiciendo. Se cubrió la boca.

POR SIEMPRE MÍA. L2 DE LA SERIE "SIN ESPERARTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora