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Escuché como se abría la puerta.

Argentina te voy a sacar la mierda. Apenas se abrió la puerta le di un fuerte empujón, no era Arge, era México. Me importa un pico, abrí la puerta donde estaba la pieza de Uruguay, no había nadie ¿Dónde mierda estaban? Baje las escaleras rápidamente, pero a mitad del camino me la encontré

—¿Dónde está Arge?—Les pregunté enchuchado.

—Se fue a la mierda, dejame.—Me empujó hacia un lado de la nada. La tomé del antebrazo antes de que siguiera subiendo.

—¿A dónde?—Intentó zafarse, obviamente yo tenía más fuerza que ella.

—Che ni idea, se fue de la nada.—Apreté más mi agarre.

—¿Hablo contigo?

—No, apenas me vio salió, dijo que se iba a encontrar con alguien.—La solté, viendo cómo dejé las marcas en su piel. No es mi culpa que tuvieran literalmente el brazo blanco.

Salí por la puerta sin decir nada, más y me puse a correr ¿Me encerró para arrancarse a ver a alguien? Llegué a la reja, como vivíamos en la carretera, había un solo camino a la derecha, para allá estaba la ciudad. No debía estar muy lejos, no estuvo dentro ni 15 minutos, era peligroso, que saliera sin nada más, porque sus papeles los tenía yo, si agarraban sin su pasaporte lo llevarían quién sabe a donde. Y la yuta acá estaba brigida. Tenía las patas largas así que me puse a correr no más, aunque me diera frío ¿Con quién se iba a ver?

Estuve un rato corriendo, ya metiéndome a la ciudad viendo más casas que terrenos pelados. De aquí no sabía dónde se pudo hacer metido, sabía que había un boliche cerca, un parque y un Mall. Pensé donde se podría haber metido, y lo más probable era que en el parque, ahí se paraba la micro y la mayoría de taxis, ya me estaba cansando, me dolía la garganta, no podía calmar mi respiración. Fui trotando, viendo a mi alrededor, no estaba. Se le estaba haciendo de noche más encima.

¿Qué le pasaba? Nunca se ponía así, menos al punto de dejarme encerrado en tal parte. Pare un poco en un bebedero de agua, porque la boca me sabía a sangre.

Me metí en el parque, no me demore mucho para encontrarlo, adivinen donde estaba. Sentado en un columpio. Lo vi de lejos, intentado que se me pasara la rabia y las ganas de gritarle para no ponernos a pelear en la calle. Rápido fue porque vi cómo le caían las lágrimas a cascadas.

Me apuré a ponerme enfrente de él. Le tomé del mentón para que me miraras y supiera que era yo. Tenía la cara roja e hinchada con los ojos rojos ¿Qué le pasó?

Lo tomé de las mejillas intentando despegar su rostro, pero era imposible seguir corriendo. No pregunté nada. No tuve que hacerlo tampoco.

—Estoy haciendo todo mal de nuevo...—Balbuceo entre sollozos. Antes de esconderse contra mi pecho y abrazarme. Empezando a llorar con más fuerza contra mí, pase mis manos por su cuello con suavidad.

—Mi amor... ya estoy aquí. —Estaríamos así hasta que fuera necesario. No me importaba estar así hasta la noche. Me dolía. Me lastimaba escuchar sus quejidos y suspiros intentando recuperar sus respiración, era un sensación de molestia que nacía desde dentro de sus costillas haciendo que las emociones se le pusieran a flor de piel. También quería llorar. No debía, no ahora, tenía que ser fuerte. Ser su soporte.

Estuvimos así por varios minutos, mi camiseta se sentía mojada, pero Arge al menos ya se estaba más calmado. Mi bolita de pena ahora era una bolita de mocos, de seguro con dolor de cabeza.

—¿Qué pasó?—Le susurre despacio, acariciando su cabeza. Se demoró en responder.

—Ella... Quiere que la deje en paz.—Su voz rota me dejó peor.

—¿Cómo?

—No quiere que yo esté en su vida.—Dicho esto último. Entendí lo que pasaba, Uruguay lo mandó a la mierda. La odio. No dije nada más, porque se me iba a salir un chucha. Pasamos unos minutos más así, antes de que se separara de mí para mirarme. Apoye mis labios durante unos segundos sobre su frente.—¿Me puedo...?—Le asentí, limpiándose los mocos con mi polera.—Ya estoy...mejor.—Lo levanté del asiento y lo abracé con fuerza.

—¿Vamos o quieres ir a comer algo?—Acaricie su mejilla. Me asintió levemente. Siempre estaba preparado, tenía 20 en el zapato.

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—Ah ta caliente.—No les alcanzó para bebida, pero si para 10 piezas de sushi con 4 gyozas. Si japón me viera comiendo esto, se enojaría. Se sentaron en el pasto. Da lo mismo, si les daba sed se tomaban la salsa de soya. Mentira, que asco. Andaba con antojo de sushi hace rato. Tome los palillos sacando un tempura de pollito y queso filadelfia. Dándole el trozo en la boca a Arge mientras él seguía reposando en su hombro. —¿Está rico?

—Mhm...Son mejores de los que venden en el metro.—Me reí y tomé un trozo para mí. Que día de mierda. Comerían y luego volveríamos a casa. Nicolás debe estar desesperado por nosotros. Debía darle la papa apenas llegarán para que no se le desordenaran los horarios.

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—¿Chile?

Lo mire esperando algo de qué preocuparme.

—¿Quieres noviar? —Ay voy a llorar. Igual que cuando me pidio pololeo. Dijo con un sonrisa abrumada.

—Mi amor~--Me reí y le di un besito en los labios. Que tierno. —Bueno. —Volví a aceptar su propuesta.—Te amo. —Bese de nuevo sus labios.

—Mhm~ yo te amo más. 

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Y ahora somos tres... [COUNTRYHUMANS!ARGCHI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora