El sonido del pisar suave al suelo del bosque estaba siendo producido por dos jóvenes que caminaban divertidos al hablar. Karim y Nauzet iban cada uno con una lámpara de aceite y la chica tenía adicionada una canasta que estaba tapada con una pequeña manta.
–Karim, a mi hermano no le agrada mucho que te acerques tanto a los extranjeros, en especial a Ignis. –mencionó el muchacho un tanto apenado.
–Lo sé, pero no podemos seguir guardando este rencor. Debemos abrirnos de nuevo al mundo.
–¿Después de lo que sucedió con tu madre? –la mirada de la chica se atizó en un desazón que le provocó suspirar con pesadez.
–Sí, incluso después de eso. A ella no le hubiera gustado esto.
–Karim. –el chico se paró con pesar, hace años que ha tratado de hacer que su amiga le diga lo que siempre le pregunta. –¿Quién nos atacó esa noche?
–No lo sé.
–¡Lo sabes! –ella se detuvo, más no se volteó a verlo. –Karim, la noche que asesinaron a nuestra reina, lograste arrancar algo de su asesino, sé que fue un emblema. Dinos quién fue.
–No arranqué ningún emblema.
–¡Karim! Durante años hemos querido hacer justicia.
–¿Justicia? –la chica dijo eso mostrando su enfado. –Querer atacar un pueblo y tomar vidas por otra no es justicia. Nauzet, eso es venganza. No voy a permitir que este lugar pierda aquello que mi madre trató proteger. ¿Sabes lo que me costó no sucumbir ante mi oscuridad? No llevo 8 malditos años alejándome del abismo como para arrastrar a Tenebris a una guerra sin sentido. No olvides que Irinea, tu reina, ¡era mi madre! ¡Que yo la vi morir sin poder hacer algo!
–Karim… Lo… Lo siento.
–No lo sientas. Comprende las cosas, derramar sangre no va a traerla de vuelta, y eso sólo va a hacer que su alma no descanse en paz. Sería una lucha sin sentido y suicida más encima. El culpable no es un reino entero, no culpes a muchos por las acciones de unos pocos.
–Sí, perdóname. Es sólo… –el joven apretaba sus puños y sus ojos derraman lágrimas. –que me duele recordarlo. Si no hubiera titubeado…
–Yo tenía mi deber, y lo ignoré. Quién titubeó, fui yo.
–Yo ya tenía entrenamiento para futuro guerrero, era más experto por así decirlo, y tú apenas tenías dos años desde que tomaste un arma. Ni siquiera querías ser guerrera. Tu sueño era…
–Sólo un sueño de niña. –interrumpió vociferando con una sonrisa amable. –Ni siquiera me interesaba pensar en cumplir con mis obligaciones de futura líder de pueblo, sólo me hallaba corriendo de un lugar a otro por todo nuestro reino.
–Lamento mi exaltación.
–Está bien. Ahora vamos, tengo que entregar estos pedidos. –rió continuando su caminar junto a su amigo.
Ambos siguieron la dirección hacia el roble de la Dríada Flora, al llegar, tocó su tronco con suavidad haciendo que ella saliera saludando con alegría al par, pero más a la chica. Detrás del árbol, Fred se asomaba haciendo lo mismo que su amiga duende. La joven dio su lámpara al joven y del canasto que traía sacó los dos pasteles de manzana que prometió a las criaturas, quienes encantados tomaron los postres.
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Rawrap caminaba hacia su habitación mientras pensaba en la charla que había tenido con su padre, un sentimiento de tristeza se arremolinaba en su interior como si estuviera perdido en medio de la nada y no supiera por donde ir. Su oído se agudizó logrando captar un leve sonar de una voz algo ronca. Volteó su mirar a la dirección de la vuelta del pasillo y se encaminó allí, lo que le hacía tener curiosidad no era el hecho de reconocer que era la voz del rey Brandon, sino, porque la letra de la canción, era la misma que había escuchado en el canto de Karim.
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Hijos de los Elementos
Fantasy¿Cada quien tiene un destino o cada cual elige su camino? Nadie conoce la respuesta a esta pregunta, pero también sabemos que nadie elige dónde nacer. Muchos prefieren regirse por sus tradiciones, otros por la suerte, y pocos por propia determinació...