Capítulo 4: Curiosidad

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La joven entrelazó sus manos y cerró sus ojos, comenzó a tararear una melodía y luego dejó salir su voz.

Al cerrar mis ojos, recuerdo la suave voz
que me guió hasta aquí diciéndome:
No puedes volver,
no puedes regresar,
a aquel inmenso abismo.

Un comienzo suave, lento y marcado con sutileza entre el viento y la noche tranquila que se alzaban por la luz de la luna tocando ese espacio donde el árbol y la chica están. Nuevamente marcaba el ritmo en un tarareo antes de volver a hacer su voz escapar con un ritmo un poco más vivaz, pero igual de tranquilo.


No voy a volver,
no voy a regresar,
a ese inmenso abismo.
Su gentil voz la puedo escuchar
alentándome a olvidar el dolor para seguir, avanzar y salir de la desesperación…


El sonido de una rama siendo pisada detuvo el verso de la chica, quien volteó la mirada en la dirección de donde se escuchó.

–¡Ah! ¡Quítamelo!

El joven de cabello turquesa comenzó a correr saliendo de la oscuridad del bosque, tenía una araña en su ropa, los demás intentaban quitar el arácnido, pero el muchacho seguía tambaleándose para tratar de quitarla por su cuenta, fue entonces que llegó hasta la joven cerca del árbol, ella le sujetó del hombro haciendo que se detuviera, puso su mano pegándola en el pecho del chico con la palma extendida para que la araña que allí se encontraba subiera, y así lo hizo.

–No son venenosas. –dijo llevando al animal al suelo para que se fuera.

–Gracias… y lo siento.

–Está bien. ¿Qué hacen aquí? Ya es tarde y siendo que son extranjeros deberían estar en sus habitaciones. –mencionó viendo al resto acercarse.

–¿Qué es este lugar? –preguntó Lucio dirigiéndose al árbol.

–El lugar donde aparecí.

–¿Qué es este árbol?

–No lo sé. Me dijeron que apareció junto conmigo, desde entonces está aquí, siempre así.

Las chicas elogiaron el árbol, especialmente Brisa y Greysi, algo que a Karim le hacía gracia.

–Bien, síganme. Ya es tarde, no deberían estar aquí. –la chica guió a los jóvenes hasta un gran roble. –Llegamos.

–¿Qué hacemos aquí? –preguntó Rocío.

–No podemos volver ahora, así que dormiremos aquí. –dijo dando suaves golpecitos a la madera como si llamara a una puerta.

–¿Quién es? –una voz se escuchó añadiendo un bostezo. –Karim ¿sabes qué hora es? –una dríada salió del árbol.

–Lo siento, pero tengo que pedirte un favor. –volteó para dejar ver a los jóvenes. –Ellos son los príncipes y princesas de la profecía, y ella es Lucia. –añadió señalándola. –Salieron a pesar de las reglas, ahora mismo los guerreros estarán patrullando la ciudad, no podemos regresar ahora.

–Así que quieres usar mi árbol como escondite ¿no? No soy una posada. –dijo cruzando los brazos.

–Por favor, tu árbol es el más grande y con las mejores ramificaciones que lo hacen ideal para dormir, además puedes formar buenas camas con tus hojas.

–… ¿Qué ganaré a cambio?

–Te prepararé un pastel de manzana para ti sola.

–Hecho.

Hijos de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora