Gente reunida frente al palacio esperando a que la reina Alejandra saliera y otorgara una explicación para lo que en la noche aconteció, mientras los rayos del sol por fin se veían llegar y tocar iluminando al pueblo y regalando su calidez, la incertidumbre y duda pintaba lo corazones y mentes del pueblo.
¿Qué está pasando? ¿Dónde está el rey? ¿Quién es esa chica? ¿Por qué Sergio hizo esto? Muchas preguntas se empezaron a escuchar una vez la soberana salió frente a sus súbditos, ella alzó la mano pidiendo silencio obteniendo el espacio para hablar a la vez que soldados estaban en el medio para seguridad de la reina.
—Mi esposo está de nuevo en el palacio, pero ha sido hechizado y no despierta —preocupación e incertidumbre fue notorio en su pueblo por querer tanto a su gobernante—. Sergio nos traicionó, planeó tomar el trono a base de mentiras.
—¡¿Y qué es eso de la dichosa profecía?! —vociferó uno junto al alzamiento de exigencias de respuestas de otros— ¡Dijo que esa salvaje es la culpable!
—¡Basta! —silencio llegó por el enfado de la mujer, pues casi nunca podían ver ese lado de ella— No es una salvaje, es una chica y nuestra aliada, nos ayudó a tener de regreso nuestro hogar, ella nos ha protegido a todos. Sí, hay una adivinación sobre ella, pero nada cercano a la realidad. Sergio quiso tomar este lugar con miedo, no permitan que lo cumpla. El rey profesa la compasión y unión, no prejuicios. Les pido que sigan a su rey.
La reina dio una reverencia a su pueblo que se mantenía en silencio y luego se retiró regresando dentro, miró a la chica que le esperaba oculta en la entrada.
—Lamento esto —pidió cabizbaja por respeto.
—No se preocupe por mí, reina —ofreció su reverencia—. La prioridad ahora es el rey.
—Te aseguro que él está pensando en nosotros, en ti, estando inconsciente —sonrió feliz—. Así es él, además nuestro hechicero lo está ayudando y todos rezamos por él. Vamos a tener una buena resolución, estoy segura —la joven sonrió y giró su vista viendo a su prometido de lejos que la observaba.
—Creo que yo también tengo que hacer una resolución —una reverencia y se retiró junto a su novio con el que se adentró en la sala del trono—. Bien, te voy a explicar.
—Te escucho —Karim comenzó a narrar la historia que no le había contado a nadie, sus ojos se cristalizaron al recordar su decisión de no matar y lo que eso trajo consigo, además de que por momentos se rompía mientras hablaba sobre cómo terminó con la vida de su madre—. Karim… —ella no podía mirarlo a la cara pensando en que él le reprocharía todo por ser tu culpa, sin embargo, el mayor le abrazó.
—Lo siento —dijo en un amargo sollozo.
—No, sólo eras una niña que apenas entendía lo que le pasaba. Y has soportado todo esto tú sola.
—¿Estás enojado?
—Claro que no. ¿Por qué piensas eso?
—Randall, maté a mi madre —su voz salía rota y su prometido le tomó el rostro con ambas manos secando sus lágrimas que volvían a caer—. Fue mi culpa, y terminé el trabajo.
—No, claro que no, no la mataste, la ayudaste, sabías que dejarla sufrir no era lo correcto.
Ella se rompió a llorar aferrándose a él que corresponde con gentil fuerza mientras que detrás de la puerta, Rawrap había escuchado todo y comprendía mejor las palabras de matar por experiencia. Un nudo se le formó en su interior y regresó a la habitación real donde su padre está en cama y su hermana durmiendo abrazada a él, mientras su madre se haya sentada a su lado, él pasó a darle un beso en la mejilla y luego a su hermana en la cabeza para así sentarse en el otro sillón al lado de su madre.
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Hijos de los Elementos
Fantasy¿Cada quien tiene un destino o cada cual elige su camino? Nadie conoce la respuesta a esta pregunta, pero también sabemos que nadie elige dónde nacer. Muchos prefieren regirse por sus tradiciones, otros por la suerte, y pocos por propia determinació...