Capítulo 21: Intriga

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Duda atisbada en los rostros de los jóvenes que veían como Rawrap acercaba al prisionero a la jaula, metiéndolo ahí para luego sentarse al lado de la mano derecha de Sergio. El silencio solo estaba siendo irrumpido por el sonar del chasquido del fuego, que creaban las sombras y se movían por el suave creciente y descrecencia de la flama por un aire colado de alguna ranura en las rocas.

—¿Qué está pasando aquí? —Randall mostraba su descontento en la mirada fruncida de enfado y su mano cerca de la empuñadura de su arma— ¿Acaso es una trampa? —Karim no era diferente a él siendo precavida.

—Por favor, tranquilos —Rawrap alzaba las manos en señal de paz.

—¿Tranquilos? Nos trajiste con estos tipos.

—Todo ha sido en apoyo vuestro —Sergio tomó la palabra señalando a los asientos vacíos invitando a usarlos, Aisha acató de inmediato, Marino fue cauteloso, pero los de Tenebris estaban reacios en hacerlo y alertas a por cualquier movimiento—. Comprendo su desconfianza, déjeme explicarlo.

—Lo escuchamos —habló Karim mirando enojada a Rawrap y él se sentía apenado.

—Por favor, no tengan rencor contra el príncipe, él busca la mejor forma de lidiar con los problemas de su reino junto a nosotros. Yo mismo he estado detrás de Lord Valk desde hace tiempo, y Rawrap ha sido muy leal desde que supo de mis investigaciones. Gracias a vuestro apoyo lo hemos capturado.

—No eres más que una víbora traidora, Sergio —escupió con enfado el anciano en la jaula.

—No tan rápido, Valk, tendrás mucho tiempo para hablar sobre tus planes —el mayor ordenó con un gesto que sus hombres se llevaran la jaula por un camino del túnel—. Sentaros por favor —dijo obteniendo a aceptación con aún la desconfianza—. Vamos a interrogarlo para que así nos diga todo sobre la conspiración y sus cómplices, estoy seguro que quieren venir. Antes que nada, hemos traído algunas cosas sobre…

Sorpresa de todos que arribó con confusión a las palabras que fueron cortadas de Sergio, en la entrada de la cueva se asomaba ni más ni menos que el rey Julián junto a otros soldados bien equipados.

—¿Julián? ¿Qué haces aquí?

—Cuando me informaste que tendrías algo para esta noche, quise venir para apoyar y sobretodo para mantenerme enterado de lo que le pase a mi reino, y más a mis hijos e invitados. Quiero hablar con Valk.

—Sí, pero primero estábamos por revisar algunas cosas que encontramos bien escondidas en la casa de Lord Valk —otra seña y sus hombres trajeron una silla para el rey y un baúl grande y alargado que abrió apenas lo pudieron en la mesa—. Armas, pergaminos con los planos del castillo, cartas comprometedoras, incluso pociones de viajes.

El hombre regó todo eso por la mesa atisbando más las confirmaciones sobre sus dudas. Sin embargo, Karim estaba mirando de entre todo, a un par de objetos en específicos: frascos de una forma esférica y con una boquilla hacia arriba, su interior poseía un líquido anaranjado con cierto brillo en el agua como si estuviera hirviendo.

El segundo objeto al que tenía su mirada más puesta con un respirar más profundo y poco acelerado, era un traje de telas negras perfecta para camuflarse entre la oscuridad, la camisa con pechero, brazaletes, hombreras de cota de malla, y botas incorporadas con rodilleras, grebas y escarpes. Los ojos de Karim mantenían su dirección en un punto fijo de la oscura tela, una que estaba rota, o mejor dicho, faltante de una parte por haber sido arrancada.

—Llevaremos a Valk al castillo y lo mantendremos bien vigilado para que no intente escapar —mencionó Sergio levantándose de la mesa.

—Randall y Mocca lo vigilarán —Karim sentenciaba en orden sin dejar de mirar a ese traje, levantándose y saliendo de la cueva extrañando a los demás.

—¡Karim! ¡Oye! ¡Karim! —su prometido la tomó del brazo y volteándola a verlo— ¿Qué ocurrió allá?

—Vigílalo bien, si hace algo, lo matas y punto.

—¿Karim…?

Ella soltó sin más el agarre del mayor y se adelantó a perderse por unos momentos lejos de los demás y a solas, todo para que no la vieran palidecer más y menos temblar, sollozar y vomitar entre los arbustos. Ella devolvía estando de rodillas lo que hace algunas horas había cenado, veía sus manos vacías con rápidas alucinaciones que alguna vez fueron reales, mientas sus lágrimas caían en estas hasta que otro impulso desagradable la hacía vaciar un poco más su estómago con tan sólo recordar lo que aquella noche, de hace ocho años aconteció en su hogar, obligándola a cambiar de pensar, de vida y de ser.

—¿Un poco de agua? —la voz que apareció por detrás la hizo abrir sus ojos— Toma —dijo ofreciendo una bolsa con agua.

—Gracias —ella lo tomó para hacer unas gárgaras y devolviendo la cantimplora—. Lamento lo que vio, rey.

—¿Qué ocurrió? De un momento a otro te pusiste pálida y enojada, y ahora estás en este estado. Mi hijo casi viene a buscarte, pero vine en su lugar ya que supongo no estás de humor para verlo después de que participó con mi amigo.

—Demasiado perspicaz, mi rey.

—Karim…

—¿En verdad no me considera la causante de esa profecía? ¿O eso sólo era una excusa para sacarme de mi hogar? —la chica usó una voz torva empuñando el cuchillo de su bota sin intención de ocultar su hostilidad.

—¿Puede ser más clara? —sin embargo, el soberano ya se había dado cuenta, en especial cuando ella se levantó dejando ver la hoja brillando por el toque de la luna.

—Hace ocho años, mi hogar fue atacado para arrebatarme la vida.

—Lo sé…

—En parte sí se la llevaron al matar a mi madre. Hace ocho malditos años que la oscuridad me cubrió y trato de no sucumbir a ella.

—Princesa ¿de qué habla?

—¿Valk organizó todo? ¿O usted mandó a atacar a mi pueblo por mí?

Hay dos lobos dentro de todos, uno de color blanco, otro de color negro, uno es la calma y el bien, el otro es la destrucción y el mal. Karim llevaba ocho años tratando que su corazón no entrase en un letargo invernal que pudiese convertirla en lo que tanto se teme de ella, y ahora ese momento la estaba alcanzando, su lobo negro la estaba acechando para saltarle encima y devorarla en su abismo.

Esa marea de negatividad la arrastra sin darse cuenta a estrellar su navío de consciencia contra las rocas de la venganza, sentimiento del que tanto trataba de alejarse, ahora la razón se le ciega en una densa niebla de maligne sintiendo el calor emanar y condensándose en la mano que aprieta el mango del cuchillo, listo para ser usado…

Hijos de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora