Furia, enojo, rabia, ira, eran mínimamente los sentimientos que Julián podía percibir emanando de la joven, pero también podía notar la tristeza y desconsuelo. ¿Podía conversar o debería pedir ayuda?
El hombre no comprendía, tampoco no había quien lo hiciese cuando Karim había mantenido ese parte del pasado en secreto.
Las semanas después de que su pueblo se vio atacado por primera vez, pasaron en reconstrucción y vigilancia tanto para el reino como para la princesa, que ahora estaba todo el tiempo en una habitación sin permitir que alguien entrara a excepción de sus padres y sus guardias.
—¡Papá! ¡Mamá! —la pequeña Karim sonrió cuando el mayor se mostró en la puerta y le extendía los brazos para abrazarla— ¿Ya puedo salir?
—Sí, pero hay algo que necesitas saber —dijo Brandon mientras él y su esposa la tomaban cada uno de la mano, caminaban rumbo a la arena para ver a los guerreros sentándose en las gradas—. Hay cosas que debes aprender, todo es por tu bien.
—¿Qué cosas?
—Vas a empezar a entrenar y practicar para defenderte.
—¡No quiero pelear! —alzó la voz atrayendo las miradas por el resonar de sus palabras.
—Hija —su madre la acariciaba de la cabeza viéndola con gentileza—. A veces las cosas pueden ser duras, pero hay que saber como lidiar con ellas. Lo que pasó hace unas noches fue una de ellas, por lo tanto debes aprender de ello. Es por tu bien, ya que no siempre alguien podrá estar ahí para ayudarte.
—Pero no quiero lastimar a nadie —ella miraba con ojos suplicantes y llenos de temor.
—Eres muy noble, pero es sólo para que aprendas a defenderte —la joven veía a los que estaban en el medio entrenando, en especial a un chico moreno de cabello poco largo amarrado con una liga que le hacía formar una mechero.
—¿Voy a estar con él?
—¿Randall? —habló su padre— ¿Quizá te ayude con algunas cosas? ¿Quieres que te enseñe? —su hija negó enseguida apartando la mirada— ¿Qué pasa?
—Creo que no lo caigo bien —susurró sin intención de ocultar su voz mientras juntaba sus dedos índices—. Además me gusta.
—¿Qué? —su padre abrió sus ojos casi como platos al escuchar y ver sonreír a su pequeña, sin embargo, la madre reía bajo— Mi niña, estás muy chica para que alguien te guste…
—¿Crees que pueda casarme con él como mamá y tú?
—¡¿Casar?! —ella asentía emocionada mientras que a él se salía el alma y la abrazaba, cosa que a la madre le hizo carcajearse— Una cosa a la vez… —dijo vencido por el entusiasmo de la joven.
La joven había sido puesta junto a un guerrero en el que se notaba su edad madura, pero no un desgaste por el pasar de sus años, quien felizmente tomó la mano de su princesa para empezar a instruirla personalmente siendo observada por los demás, algunos con miedo por que liberara su poder y otros creyendo que no debería de estar allí por el simple hecho de ser la hija de su jefe. Casi nunca era dejada sola o sin vigilar en el área en el que estuviera entrenando, sin embargo, ella se había convertido en alguien habida en huir, habilidad que empleaba para no estar entrenando a la vista de los demás, en especial cuando podía sentir las miradas juzgadoras hacia ella.
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Hijos de los Elementos
Fantasy¿Cada quien tiene un destino o cada cual elige su camino? Nadie conoce la respuesta a esta pregunta, pero también sabemos que nadie elige dónde nacer. Muchos prefieren regirse por sus tradiciones, otros por la suerte, y pocos por propia determinació...