El Parque

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―27―

—Buenos días, hermosa.

Hermione se removió bajo las mantas del sofá y luego abrió los ojos lentamente y poco a poco las imágenes de la noche anterior comenzaron a aparecerse una a una en su mente, y fue entonces cuando se percató en el lugar que estaba. Los recuerdos le llegaban con más detalles explícitos, haciendo que se sonrojara de sobremanera. Levantó la vista hacia su interlocutor, y entonces lo vio, parado frente a ella, vistiendo unos vaqueros de un azul gastado, y llevaba el torso desnudo, el cabello lo tenía completamente desordenado y una pícara sonrisa estaba dibujada en su rostro. Entre sus manos llevaba una bandejita con un delicioso aroma que rápidamente penetró en sus fosas nasales, y como respuesta, su estómago dio un pequeño ronroneo.

Ron dejó la bandeja en la mesa, y se inclinó hacia ella para darle un suave beso en los labios, y se sentó en el borde del sofá, mientras la observaba incorporarse, cubriéndose suavemente el cuerpo desnudo con las mantas. Él volvió a sonreír, sin terminar de creerse que se encontraba junto a ella en esa situación.

—Buenos días. —Lo saludó con las mejillas sonrosadas. —¿Qué hora es? Debo ir al ministerio. —Dijo con la voz intranquila.

—Me ofendes. —Le dijo con voz fingida. —Claro que sé que debes ir al trabajo, son las seis. Sírvete un poco. —Le ofreció una tostada untada en mermelada. —Lo hice todo yo, no Kreacher.

La chica sonrió y le dio un fuerte abrazo, seguido de un beso. Tomó la tostada y comenzó a disfrutar del delicioso desayuno.

—¿Dormiste bien? —Le preguntó, mirándola de soslayo.

—Muy bien, ¿y tú?

—Estupendamente bien. —Ambos siguieron comiendo en un cómodo silencio, hasta que él volvió a preguntar con voz suave: —¿Te encuentras bien? Fui... cuidadoso, pero, aun así, como es algo nuevo para ambos...

—Estoy perfectamente, amor. —Le contestó con una sonrisa.

—Me quedo más tranquilo entonces. —Dijo con sinceridad. —Hermione...nunca te he agradecido por esto.

Hermione le observó confundida, y vio que se estaba señalando la cicatriz de color rosa, con aspecto arrugado y en forma de círculo que tenía en el torso.

—¿Sabías que...no...? —La frase quedó en el aire, inconclusa. Ambos conocían la palabra, más ninguno se animaba a pronunciarla tras haberla experimentado tan de cerca en más de una ocasión.

—Sí, Ron. Lo sé. —Le afirmó, tragando grueso. —No... creí que lo tendrías contigo y... pensar que mi regalo te salvó es...

—Te debo mi vida Hermione, tú me salvaste esa noche.

La chica se acurrucó a su lado, y él pasó su brazo sobre su cintura, atrayéndola más hacia su pecho y con el otro le acarició la cabeza, permaneciendo abrazados, sintiendo el calor el uno del otro. Hermione le observó las cicatrices de los brazos y luego pasó su vista a la del pecho, se aferró más a su cuerpo, pensando por primera vez en las veces en la que sus vidas estuvieron en peligro, y se sintió aterrada. El chico captó su estremecimiento, por lo que comenzó a tararear una nana, de melodía suave y tranquilizadora. Ron comenzó a mecerla al compás, hasta que la respiración de Hermione volvió a la normalidad. Con la yema del pulgar, le limpió una lágrima que le caía sobre la mejilla, y hasta que no lo hizo, ella no pareció percatarse de que el lagrimal se le había llenado.

—¿En qué piensas? —Le preguntó con voz serena.

—En todo lo que hemos pasado —Contestó temblorosa. — y... luego pensé en... ¿qué pasaría si...te pierdo? —Le dijo sin mirarlo, casi en un susurro. El nudo en la garganta se había acrecentado.

Harry Potter Después de la Guerra (Vol. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora