Jacksonville

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A las tres de la mañana todo el grupo de Harry junto a Percy y Austin tocaban una vieja lata oxidada. En segundos todo se oscureció y, caminando por los aires hasta tocar el suelo, entraron al MACUSA donde un grupo de aurores los estaban esperando fuera. Apenas ingresaron, un hombre de avanzada edad, alto como un roble, de contextura robusta, con una tupida barba y cabello blanquecino cortado al ras, estaba parado en lo que parecía ser el vestíbulo. Ver a aquel hombre le produjo a Harry una extraña sensación, ya que tenía un aspecto similar al de su viejo profesor... Dumbledore. Tal vez eran sus ojos, su mirada o simplemente su apariencia física, aunque su barba no fuera tan larga. El hombre no estaba solo, una joven de cabello negro y largo hasta la cintura, de ojos color avellana y gafas lo acompañaba, sin dejar de mirar a los recién llegados, anotaba cosas sin parar en la planilla que sostenía con fuerza.

—Steven, tiempo sin vernos.

—Gracias por venir, Brooks—Exclamó el hombre. — Veo que has traído al salvador en persona... Hola jovencito, soy Steven Growney, Presidente de Magia de Norte América. — Se presentó con orgullo, estrechándole la mano a Harry. —Ella es mi asistente, Audrey Harper. — La presentó con una sonrisa. — Bien, ¿qué les parece si...?

—Hola —Lo interrumpió uno de los recién llegados. —Mi nombre es Percival Ignatius Weasley, y soy el asistente del Ministro de Magia de Inglaterra, el señor Kingsley Shacklebolt. —Se presentó cortésmente ante Growney, tendiéndole la mano.

El cuerpo de Percy estaba atento al presidente, pero sus ojos estaban cautivados por la asistente. Era una mujer bella, no había dudas de ello, su postura y determinación, la velocidad al escribir, sus ojos que parecían centellar sobre sus gafas... lo estaba mirando, y él, por un instante, se sintió perdido en ella. Ante ese hecho tan peculiar del ex prefecto perfecto de Gryffindor, Harry y Ron no pudieron evitar que algunas leves risitas se les escaparan, y todo el escuadrón nueve contemplaban con gracia la escena. Cuando por fin se percató que todas las miradas estaban puestas en su persona, rojo como un fénix, Percy regresó al lado de su grupo e imitó las acciones de la chica: comenzó a hacer anotaciones.

—Hola, Percival. — Lo saludó el presidente enarcando una ceja. — Como les decía... síganme a mi despacho, por favor.

Una vez que entraron a la oficina, Steven tomó asiento, invitando a Austin a hacer lo mismo frente a él.

—Esta tarde ha habido una masacre, veinte muggles murieron supuestamente a causa de un choque en cadena debido a la estrepitosa tormenta que se desató de un segundo a otro. Al principio, no nos llamó la atención, puesto que han ocurrido hechos similares. Pero cuando anunciaron en los medios que ninguno de los cuerpos tenía golpes, salvo por algunos, hizo que reflexionara mejor las cosas y mandé a un grupo de aurores para investigar.

—Muy bien. —Concordó Brooks. — ¿Y qué datos consiguieron?

—De los cinco que mandé, sólo uno regresó. — Contó con pesadez en la voz. — Dijo que lo devolvieron para que nos diga que éste era sólo el comienzo y que aún seguirían la labor del Señor Oscuro.

Todos en la sala se miraron entre sí, entre serios y nerviosos.

—Bueno... entonces les daremos pelea. — Dijo Austin con fiereza. — ¿Cómo se encuentra el joven que sobrevivió?

—Él está muy delicado, señor. —Respondió Audrey, con timidez. —No sabemos si sobrevivirá. Lo han sometido a la maldición cruciatus por mucho tiempo y apenas pudo articular esas palabras.

— ¡Oh! —Fue lo único que pudo expresar Austin Brooks.

—No creo que hagan algo más. —Intervino Ron, mientras todos lo miraban expectantes.

Harry Potter Después de la Guerra (Vol. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora