La Madriguera

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Eran aproximadamente las cuatro de la mañana. Ron despertó sudando frío y alterado, apuntando con su varita desesperadamente hacia todas las direcciones inmerso en la oscuridad de la habitación. Fueron muchos los meses de miedo, al borde del pánico de ser atrapados y asesinados, tanto así que dormir aferrado a su varita le traía cierta tranquilidad, y esa costumbre tal vez, nunca la perdería por completo.

Una pesadilla, una maldita pesadilla mostrándole una y otra vez lo ya vivido. El ritmo de su pecho poco a poco fue disminuyendo, frotó sus manos en las sábanas para quitarse el sudor, y aún en la oscuridad, fijó su vista en la cama de Harry, y vio que, a diferencia de él, éste parecía tener un sueño placentero. Ver a su amigo tan relajado, le dió la impresión de que era la primera vez que lo veía dormir tan bien en años.

La imagen de Fred volvió a su mente en tan solo en una milésima de segundo, tendido en el frío suelo del Gran Comedor junto a los demás caídos, la voz de Fred pronunciando las últimas palabras de su vida. A pesar de los vanos intentos de olvidarlo, no pudo dejar de pensar en él, ni concentrarse en otra cosa. Sentía una necesidad en su pecho y en el alma... Necesitaba de alguien, pero, ¿era correcto buscarla?

Los minutos pasaban y cada vez la tentación de ir por ella se acrecentaba cada vez más y más. Dejando salir un pesado suspiro, salió del cuarto y caminó hacia el pie de la escalera que conducía al dormitorio de las chicas. Con un movimiento de varita abrió la puerta y desde allí comenzó a su susurrar su nombre, era la única forma, pues conocía perfectamente las consecuencias si intentaba subir: las escaleras serían un tobogán.

Hermione se asomó cautelosa después de unos minutos, y se sorprendió al verlo allí. A medida que bajaba pudo apreciar las profundas ojeras del pelirrojo.

―No podía dormirme. -se precipitó. - Siento haberte despertado Hermione.

―No te preocupes. ― Le tomó la mano y lo condujo hacia los sillones. ― Tranquilo Ron.

―Tuve una pesadilla. De la Batalla y... luego pensé en...

―Ya pasó, estamos aquí. -dijo frotando su brazo. - El castillo es seguro, y cualquier lugar ya es seguro, la Batalla terminó, ganamos. Trata de tranquilízate ¿sí?

El chico asintió y la abrazó. Lentamente, le acomodó la cabeza sobre su pecho, y se dejó caer. Le dio un beso en la cabellera mientras la acariciaba y luego de unos minutos, las imágenes de la guerra se disiparon y ambos entraron en un sueño profundo.

Los rayos de luz traviesos entraron por las ventanas de la torre, iluminando toda la sala común. Hermione fue la primera en abrir los ojos. Sintió cómo aún el brazo del pelirrojo seguía en la misma posición, sobre su espalda. Lentamente sin despertarlo intentó quitarlo, pues éste le impedía su salida, pero su tentativa fracasó. Ron despertó y comenzó a sentir un fuerte calor que le recorría por toda su cara.

-Buenos días. -Lo saludó, quedándose congelada.

-Buenos días. - Saludó tímidamente. - Iré a despertar a Harry. -dijo, liberándola. - Es hora de ir a casa... gracias por acompañarme. Nos vemos luego. ― Se despidió, ligeramente sonrojado y subió de dos en dos los escalones a su dormitorio.

Hermione no pudo decir nada. Estaba un poco anonadada por lo acontecido, fijando su vista en el último escalón dónde había pisado el chico. Segundos después, Ginny apareció con grandes ojeras, llamando su atención. Al parecer, Ron no había sido el único que no había podido conciliar el sueño la noche anterior. Sus ojos denotaban una pesada tristeza, y su cara no reflejaba ningún tipo de expresión.

Harry Potter Después de la Guerra (Vol. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora