Capturaimare

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Los finos rayos de sol se filtraron por entre medio de las blancas cortinas, acariciándole suavemente en el rostro. Hermione abrió los ojos paulatinamente, había logrado descansar lo que restaba de la noche y se sentía bien. Su quietud duró un par de segundos hasta que los recuerdos le llegaron uno a uno, golpeándose entre ellos en su mente. La señora Pomfrey estaba a su lado, la controló y una vez que comprobó que se encontraba bien, le dio el alta, no sin antes remarcarle que debía alimentarse adecuadamente, y más en esos meses que los exámenes más importantes estaban muy próximos. Abandonó su cama a paso lento, sus manos estaban frías y sudorosas a causa del nerviosismo a raíz de no tener ningún conocimiento sobre lo ocurrido la noche anterior. Apenas giró el pomo de la puerta, se encontró con la imagen de la directora, mirándola con ojos preocupados.

—Buenos días señorita Granger. —La saludó en tono alegre, pero a pesar de eso, su rostro seguía tenso. — ¿Cómo te encuentras?

—Buenos días. Muy bien, gracias por preguntar, profesora.

— ¿Podrías acompañarme a mi despacho, por favor? —Hermione se vio ligeramente aturdida, ansiaba llegar a la sala común para redactarle una carta a Ron y mandarla en cuanto antes, pero claramente aquello debía posponerlo.

—Sí, claro.

Se dirigieron al despacho, manteniendo una conversación fluida y tranquila sobre las materias, y luego de decir ¡Pluma de azúcar! la gárgola se movió y las dejó pasar. Al entrar, la oficina se veía como la última vez que la chica la había visitado, pero con el retrato de Snape ubicado justo detrás del escritorio de la directora, mirándola fijamente, y aquello la hizo sentirse más incómoda.

—Tome asiento, por favor. —McGonagall se sentó, acomodó unos papeles y de un cajón de la derecha sacó una latita redonda. La abrió y se la ofreció a la chica.

—Vamos, sírvete una galleta. Aún no has ido a desayunar y, dado en la situación en la que te encuentras...deberías comer algo. —Hermione aceptó bajo la mirada de su interlocutora, sabía que por su tono de voz no aceptaría un no como respuesta. Minerva acomodó unos papeles, y luego fijó su vista en Hermione. —Señorita Granger... me gustaría saber... ¿por qué estás tan distraída tú y la señorita Weasley este año? —La chica estuvo a punto de responder, pero antes, agregó. —Sus redacciones son excelentes, no me malinterpretes, tu desempeño es muy bueno como siempre, pero hemos observado, tanto el resto de los profesores como yo, que no luces como tú misma, y la señorita Weasley también.

—Bueno... para ser honesta, hemos estado preocupadas por Ron y Harry. —McGonagall asintió, satisfecha.

—Sí, lo imaginé. Sé que extrañas a tus amigos, pero no debes dejar que eso te afecte al punto de poner en juego tu salud. ¡Me has dado un gran susto anoche! Eres la primera en ir a la enfermería este año. Si te sientes mal, sabes que debes presentarte inmediatamente en la enfermería. La señora Pomfrey me dijo que se debía a una mala dieta, el estrés de los exámenes, y claro, la preocupación de tus amigos, pero te sugiero que durante las noches bebas un té de valeriana. Eso te ayudará considerablemente para relajarte y...

—Disculpe, profesora, pero...yo estaba bien, fue algo repentino. —Minerva enarcó una ceja, confusa. —No lo entiendo. A decir verdad... me han estado pasando cosas extrañas. —Esa última frase hizo que la directora frunciera el ceño y apretara los labios. Tardó unos minutos, hasta que volvió a hablar, preocupada.

— ¿De qué cosas extrañas me hablas?

—Pues...como sabe, Harry y Ron están cubriendo misiones en el Cuartel General de aurores y... verá no he encontrado nada en los libros, pero creo que... de alguna manera... puedo sentir cuando... cuando Ron está en peligro. —Dijo, bajando el tono de voz conforme avanzaba.

Harry Potter Después de la Guerra (Vol. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora