Las Tres Escobas

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El día del encuentro, una fuerte ola polar azotaba el país, como era habitual en aquella época; la nieve se acumuló en las aceras y crecía conforme avanzaban los días. Ron y Hermione se aparecieron en el hermoso pueblito nevado de Hogsmeade, y como cada vez que lo visitaban, los recuerdos de la época estudiantil terminaban por sacarles varias sonrisas y les dejaba un deje de nostalgia. Apenas pisaron la calle principal, solo bastaron un par de segundos para que comenzaran a añorar el fuego calentito que habían dejado atrás en Grimmauld Place. No importaba cuánto estuvieran enfundados en sus abrigos, bufandas, guantes y gorros, porque la brisa helada terminaba por colarse por cualquier huequito que encontraba. Las mejillas y narices de ambos se tornaron rosadas por el frío golpeando sus rostros, y Hermione rápidamente guardó su pequeña mano derecha en el bolsillo profundo del abrigo de Ron, como era costumbre entre ellos, mientras que él se la frotaba con la suya, para darse más calor mutuamente. A paso tranquilo, entraron al salón de té de Madame Pudipié, y la campanita sonó con melodía alegre. Las ventanas estaban empañadas por el contraste del calorcito de adentro y rápidamente, el olorcito a chocolate caliente se les coló por las fosas nasales. La tienda estaba ocupada solo por unas pocas parejas, Ron contempló aquel lugar con detenimiento, y era exactamente como siempre se lo había imaginado. Todas las mesitas estaban perfectamente decoradas con servilletas color crema de encaje, sobre manteles de raso rosados, y un perfecto juego de té de porcelana blanca estaba sobre cada mesa. Sin dificultad, visualizaron a la parejita que los esperaba, y sin que se percataran, se sentaron junto a ellos.

—Gracias por venir. —Les dijo Hermione una vez que se acomodaron.

—¿Por qué fue que Harry y Ginny no pudieron venir? —Preguntó curiosamente Neville.

—Harry tenía que cuidar a Teddy. —Le respondió Ron con desánimo.

—Así que... nos reuniremos con Viktor Krum... —Comentó Luna. —Es por eso que estás malhumorado, ¿no, Ron?

El chico no le prestó atención, y decidió mirar el menú que tenía entre sus manos, sin leerlo. Hermione lo miró, y se removió nerviosa.

—Es un encuentro entre amigos. —Aclaró la castaña. —Tengo entendido que él llevará a un amigo suyo.

—Nosotros teníamos planes hoy... —Comentó Neville con una voz casi inaudible. Luna lo miró sorprendida, abriendo sus ojos más de la cuenta, y en cuanto estuvo por replicar, madame Pudipé se acercó para tomar el pedido. Las chicas pidieron el té especial, y los muchachos el clásico café. En cuanto la mujer terminó de servirles, Luna entrecerró los ojos.

—No teníamos planes para hoy. —Le refutó, mientras le daba un sorbo al té.

—Había pensado en que podíamos ir a un nuevo lugar del que escuché... se dice que hay robles rojos, pero que el camino no está demasiado claro, y que hay trampas para que no puedan ser localizados con tanta facilidad.

—De modo que es una aventura. —Dijo la rubia más entusiasmada. —¿Crees que...sea alguna criatura la que los esté custodiando?

—Puede ser, por eso había pensado en que podíamos ir.

—Lo siento mucho, chicos... por haber arruinado sus planes. —Dijo Hermione con sinceridad.

—Oh no, nada de eso. Estoy segura de que podríamos ir mañana o cualquiera de estos días. —Repuso Luna con una acogedora sonrisa.

—Creo que me pediré un pastel de chocolate. —Comentó Neville, poniéndose de pie. —¿Quieres uno, Ron?

—No gracias, estoy bien.

Harry Potter Después de la Guerra (Vol. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora