Grimmauld Place

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―22―


Dos semanas habían transcurrido desde que Ron y Harry habían regresado al Ministerio, y aquella mañana, Harry recibió a Errol, la vieja lechuza de los Weasley. como siempre, Errol le llevaba las cartas que Ginny le escribía casi a diario, siendo este el único medio de comunicación que ambos tenían. Aún sentado en su cama revuelta, Harry la abrió entusiasmado y comenzó a leer detalladamente el contenido, dejándose deleitar por la bella caligrafía de la chica, y como no podía faltar en ninguna de ellas, Ginny solía rociarlas con su exquisita fragancia floral, por lo que el chico disfrutaba mucho más de su correo. En la carta, Ginny Weasley le contó la noticia más estupenda que podía recibir una joven muchacha que deseaba aventurarse en el mundo del quidditch profesional: finalmente había quedado fija en el puesto de cazadora del equipo de las Arpías de Holyhead. Aparentemente la Profesora Rolanda Hooch fue quien la recomendó desde el inicio con el equipo, dando muy buenas referencias sobre ella, y aquello cooperó a que el director del equipo terminara por tomar su decisión final. Harry no pudo evitar contenerse y cerró el puño con fuerza, con una enorme sonrisa reflejada en su rostro, pero sí pudo evitar un pequeño grito de júbilo. Estaba completamente orgulloso de ella, y se sentía de lo más especial, porque sabía que no todos los muchachos de su edad tenían la suerte de salir con una jugadora estrella, porque sabía que tenía potencial y sería una celebridad si se lo proponía. Pero para Harry, Ginny era mucho más que una jugadora profesional, Ginny Weasley tenía una personalidad fuerte y valiente, no se dejaba intimidar por nada ni nadie, era una mujer dispuesta a todo cuando la necesitaba, pero lo que más lo enamoraba era su bondad y comprensión, su fuerza ante las complicaciones de la vida, y su mirada color miel, rebalsando ternura y amor, porque lo veía cada vez que ella cargaba a su ahijado. Sin poder controlarlo, una idea se le cruzó por la mente, oyéndola como un pequeño zumbido agradable, y últimamente solía ser mucho más recurrente que antes, produciéndole no solo una sensación encantadora sino también un cierto temor, aun sabiendo que eso era completamente natural. Sacudió su cabeza, intentando que dejara de resonarle e intentó concentrarse en lo que quedaba de la carta. Sus ojos se abrieron un poco más y su boca quedó entreabierta al leer que Luna y Neville habían decidido darse un tiempo, puesto que, al parecer, la abuela de Neville había acusado a Luna de apartarlo del puesto de auror y de llevarlo de aventura por todo el país, y él no la había defendido como era debido, y aquello le reafirmó una vez más que Neville aún no tenía todo el coraje para enfrentar a su abuela.

— ¡Eh, Harry! ¿Qué te ha escrito mi hermana? Espero que esa enana no se haya pasado...

— ¿Por qué lo dices? —Preguntó Harry un poco serio, doblando la carta.

—Pues, por la cara de embobado que tienes. —El pelirrojo comenzó a reírse al igual que algunos muchachos del cuarto que habían oído la conversación.

Harry le lanzó una almohada a su amigo en la cara y contestó la carta lo más rápido que pudo, después de escuchar que Austin les llamaba la atención a todos por estar retrasándose al entrenamiento matutino del día. Ron hizo una mueca de disgusto y refunfuñó por lo bajo para intentar que su jefe no lo oyera. A pesar de que Hermione trabajara en el Ministerio, no podía verla tan a menudo como él creyó que sería en un principio, puesto que apenas ella llegaba, él ya estaba destinado en una misión por la zona u ocupado con los entrenamientos, y cuando por fin podía librarse de sus horas laborales por solo un poco, Hermione salía a toda prisa para asistir a sus clases legales mágicas, y el hecho de estar en diferentes pisos, dificultaba las cosas. Pero a pesar de ello, Ron solía recibir a menudo algunos memos interdepartamentales de ella por medio de Arthur. Todos sabían que los memos solo se debían utilizar exclusivamente para labores del ministerio, y se sorprendió de sobremanera el día que su padre le entregó el pequeño avioncito de papel en color morado, incluido el sello del departamento de la chica. Jamás creyó que Hermione Granger, conociéndola como era, estaría dispuesta a romper las reglas en el trabajo, incluso que lo haya hecho en tan solo su primera semana, pero incluso Arthur comprendía que, en el campo afectivo, las limitaciones laborales no serían ningún impedimento para intentar estar un poco más comunicados.

Harry Potter Después de la Guerra (Vol. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora