Alba se despertó a la mañana siguiente con una resaca del 15. No recordaba apenas lo que había pasado una vez que empezaron a llegar los combinados, pero le venían flashbacks de Natalia bailando con la Mari, África perreando hasta el suelo, Marta pidiendo más cerveza de la que podía llevar en las dos manos. Lo único que recordaba era haberle dado las buenas noches a Queen y haberse tirado en la cama con lo puesto.
No sabía en qué momento se había despedido de Natalia, pero estaba segura de haberlo hecho. Como un acto reflejo, metió la mano en los bolsillos de la chaqueta y encontró un papel que estuvo a punto de tirar. Era una servilleta del pub en el que Natalia le había escrito una pequeña nota.
"Rubia, vas muy ciega y te voy a llevar a casa. Lo más seguro es que mañana te despiertes y no vayas a clase, por lo que, en cuanto encuentres esta nota, llámame.
Me gustas un poco mucho,
Natalia."Salió de la cama para buscar el móvil con una sonrisa de oreja a oreja que por poco deja ciegos a los de la NASA. Empezó buscando en sus bolsillos, pero nada. Miró por toda la habitación, pero no lo encontró en ninguna parte. Salió hacia la cocina, se planteó que quizá al volver podría haberlo dejado allí, pero tampoco lo encontró. Fue el baño, por si acaso, no sería la primera vez que se le olvidaba allí tras desmaquillarse, pero esa no iba a ser una de esas veces.
Salió del baño pensando que podría haber perdido el teléfono en alguna parte del pub, quizá en el trayecto de vuelta, quizá se lo habían robado y, como iba tan ciega, no se había dado cuenta. Se dio un par de collejas mentales por ser tan irresponsable y decidió sentarse en el sofá, con un vasito de agua y un paracetamol, para hacer memoria.
Cuando llegó al sofá se dio cuenta de que no podía sentarse en un sofá que ya estaba ocupado por alguien que había decidido coger una manta y taparse hasta la cara. Pensó que quizá era Marta, que se había quedado allí como tantas otras veces, a fin de cuentas, era la única que recordaba que se tapaba así.
Se fijó en la mesa del comedor y allí estaba su móvil, no sabía como había llegado hasta allí, pero, por lo menos, no había sido robado o perdido. Lo cogió y se alejó del sofá en dirección a la habitación. Tampoco quería despertar a la pobre Marta.
- ¿Sí? – contestó Natalia con voz de dormida.
- Hola, ¿es aquí donde venden camisetas personalizadas?
- ¿Qué? No, se ha equivocado.
- ¿Entonces no me puedes hacer una camiseta que diga que tu también me gustas un poco mucho? – dijo Alba escuchando un 'ahh' por parte de Natalia que se había quitado el teléfono de la oreja para ver bien la pantalla que le decía con quién estaba hablando.
- Rubia, no sabía que eras tú. ¿Por qué me llamas? – se notaba en su voz la confusión.
- He leído tu nota – Alba estaba todavía más confundida que ella.
- Ya rubia... - Alba escuchó unos pasos que se dirigían hacia la habitación y se maldijo por haber despertado a Marta. Esperó a que entrara con medio ojo pegado y el otro completamente cerrado, pero en ningún momento esperaba encontrarse a una morena algo más alta que Marta con el teléfono en la oreja – pero es que me quedé a dormir aquí al final. ¿No te acuerdas?
Alba había enmudecido, se quedó un buen rato mirando a Natalia como si estuviera viendo un fantasma y con el móvil todavía pegado a la oreja pese a que había visto claramente como Natalia colgaba la llamada.
- Tú no eres Marta – dijo por fin Alba.
- Rubia, menos mal que me lo has dicho, yo pensaba que sí – le vaciló Natalia.
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El amor es para valientes.
FanfictionNatalia, una motera a priori insensible que esconde un lado enternecedor. Alba, inocente pero totalmente arrolladora cuando nadie se lo espera. ¿Será capaz el destino de unir dos mundos totalmente distintos que acaban de chocar por accidente?