- ¡Natalia! ¡Cómo lleguemos tarde te vas a enterar! – gritó Alba desde el baño.
- Rubia, si desayuno rápido me sienta mal en la tripita.
No se escuchó nada más y Natalia temió que fuera la señal que le advertía de que Alba saldría del baño cual dementor. Se apresuró a terminarse el desayuno y, cuando Alba salió del baño, se levantó de un salto poniendo cara de no haber roto un plato.
- ¿Has terminado? – dijo Alba acercándose lentamente juzgándola con la mirada.
- Claro, rubia, mira – señaló al plato.
- Pero si todavía estás masticando – hizo un esfuerzo sobre humano para no reírse, esfuerzo que no le duró mucho en realidad – Anda, te he dejado un cepillo de dientes nuevo.
- No sé por qué tienes tanta prisa, si vine en la moto.
- No me apetece que vayas corriendo, que aparezca una chica rubia que cruza tranquilamente la calle, que estés a nada de atropellarla, que le hagas replantearse hasta por qué el cielo es azul y se acabe pillando de ti – hizo una pequeña pausa para echarse perfume – tendría que moñearla después y no me apetece – finalizó, totalmente digna.
Natalia miraba a Alba con una media sonrisa recordando el primer encontronazo que tuvieron. Se giró despacio, sin discutirle a la mini rubia absolutamente nada más, y se dirigió al baño para lavarse los dientes.
Empezó a escuchar risas que venían desde la habitación de Alba, fue afinando el oído hasta escuchar también unos pequeños maullidos. Se acercó al terminar a la habitación y se apoyó en el marco de la puerta, disfrutando de la escena que tenía delante. Queen acostada en la cama y Alba, bocabajo, jugueteando con ella como si le estuviera haciendo pedorretas a un bebé. Veía como Queen, al agachar la cabeza Alba, le cogía con sus patitas la cabeza, como si quisiera comérsela, y cuando Alba levantaba la cabeza, las levantaba como sorprendida de que estuviera allí.
Era difícil averiguar quién de las tres estaba disfrutando más, pero era evidente que no había mejor imagen para Natalia que aquella.
En un momento en el que Alba giró la cabeza vio a Natalia apoyada en el marco de la puerta, mirándola como si fuera una niña que ha visto un regalo debajo del árbol en navidad. Le dio un pequeño beso a Queen y se levantó todo lo dignamente que pudo. Natalia se la quería comer, a la Alba que jugaba con su gata como si fuera un bebé recién nacido, a la Alba que le abrazaba haciéndole ver que todo estaría bien, a la Alba que no quiere llegar tarde a clase, y a la Alba vergonzosa que se acercaba a ella totalmente teñida de rojo.
- ¿Vamos? – preguntó cuando llegó al lugar desde el que la morena le había estado observando.
- Vamos – le dijo con exactamente la misma cara que tenía desde que había llegado al marco de aquella puerta - ¡Adiós bebé! – le dijo a la gata que respondió lamiéndose la pata.
Cuando llegaron a la moto Alba soltó un pequeño suspiro que le hizo ver a Natalia que en realidad no le apetecía mucho montarse en aquel vehículo de dos ruedas.
- Rubia, tenemos tiempo de sobra para ir andando.
- No, no, está bien así.
- De verdad, si te da mucho miedo...
- No – la cortó – Pero ve despacio – se colocó el casco y subió a la moto.
- Siempre voy despacio contigo – le acarició la pierna y arrancó la moto.
Alba tenía una mezcla extraña, eran sentimientos encontrados. Por un lado, quería ir en moto con Natalia porque así podía abrazarse a ella muy fuerte, aunque eso podía hacerlo en cualquier momento, también le gustaba sentir esa pequeña adrenalina que sentía al montar en moto; pero, por otro lado, temía que algún giro mal dado o que algún coche que no las viera las hiciera saltar de aquel trasto de dos ruedas.
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El amor es para valientes.
FanfictionNatalia, una motera a priori insensible que esconde un lado enternecedor. Alba, inocente pero totalmente arrolladora cuando nadie se lo espera. ¿Será capaz el destino de unir dos mundos totalmente distintos que acaban de chocar por accidente?