Capítulo 9

1.8K 147 6
                                    

2 días para la fiesta.

Natalia amanecía entre latas de cerveza y mini botellines de chupito de diversos sabores. Salió al salón de estar abrigándose con una pequeña bata, y lo pudo ver prácticamente destrozado, los cuadros doblados, una lámpara de suelo tirada, una caja de pizza enorme y, obviamente más latas de cerveza y más mini botellines de chupito.

La resaca, que se hacía cada vez más notable, le recordaba que no podía beber tanto. Parecía que se había montado toda una fiesta ella sola, su propio proyect x particular.

La diferencia es que no estaba sola.

O eso pudo comprobar cuando regresó a su habitación, había un bulto en su cama, completamente tapado. Pensó que podría ser su ropa, pero no abultaba de esa manera.

Se acercó un poco más al extraño bulto que se encontraba en su cama, pero no pudo ni verle la cara. Intentó recordar a quién había invitado al piso, por lo menos para saber quién se encontraba allí.

Puede que sea la Mari.

O puede ser Alba.

Venga, las dos sabemos que no es Alba.

Es cierto, se quiere tirar a otras.

Ese pensamiento le dolió, aunque no llegó a comprender por qué. Lo último que recordaba era lo que Sab le había dicho. Quizá ese bulto de la cama era Sabela, a fin de cuentas era la última persona con la que, en esos momentos, recordaba haber hablado.

- Que madrugadora eres, Nat - escuchó a su espalda.

Esa voz le resultaba familiar, pero familiar en plan mal. Como el cuñao al que no te apetece ver en la cena de nochebuena pero que, obviamente, aparece igual.

Le daba miedo girarse y ponerle cara a esa voz extraña que le habla no de muy lejos. A esa voz que estaba acercándose por momentos, paso a paso, como disfrutando el momento, disfrutando los últimos pasos que la llevaban hasta el sofá en el que Nat, con la cabeza entre las piernas, se encontraba.

- ¿No vas a darme los buenos días? - la extraña pero no tan extraña voz se sentó a su lado en el sofá. Lo notó porque sintió el peso del cuerpo de esa voz caer a su lado. Esta vez sí, se giró a observar de donde provenía esa voz que le estaba empezando a provocar náuseas.

- ¿Qué coño haces aquí? - alcanzó a decir cuándo vio la sonrisa de suficiencia de Alexa.

- Me llamaste tú, ¿es que no te acuerdas?

- No recuerdo prácticamente nada. Dicen que el cerebro borra algunos traumas para que la persona pueda seguir con su vida.

- ¿Me acabas de decir que soy un trauma para ti? Me dueles. - fingió dolor en el pecho - Aunque a decir verdad, anoche no te parecía un trauma.

- ¿Anoche? - Nat se temía lo peor. Tenía una extraña sensación que le oprimía el pecho.

- Anoche, entre gemidos. ¿Es que no ves como vas y como voy? ¿Te lo tengo que explicar todo?

- No me tienes que explicar nada, ahora que espero no tener que explicarte yo tampoco dónde está la puerta.

- ¿Me vas a echar así sin más? ¿Ni un besito?

- Alexa, sinceramente, que te jodan.

- Anoche me jodieron, no estuvo mal. Podrías haber llorado menos, pero no estuvo mal.

Tras esas palabras, se dirigió al cuarto, se cambió de ropa y se marchó. Ninguna de las dos dijo nada más. Una porque se le daba muy bien mantener el rol pasivo-agresivo y la otra porque empezaba a recordar lo que había pasado.

El amor es para valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora